Querida
vecina.
Querida vecina, caminar a su lado bajo el manto de la noche es una
eternidad oculta en la oscuridad de las luciérnagas, tendría al menos alas o
más pies para ser insecto que entre por su ventana para ver sus parpados
descansar.
Pero querida vecina, no le quiero faltar al respeto, pero es usted más
bella que la venus de Emilo, más sexy que un incubo, más irracional que el
poeta esta noche le ha escrito.
Pero no quiero molestar con la sinceridad de mi corazón, ni con la
fragilidad de mi alma, pero mi cuerpo se tensa al estar a su lado, con esos
luceros al alba que se cierran al mirarme, con esas mejillas rojas cuando a mi
lado te sonrojas, pero que puedo decir de esos labios que se me antojan como el
pan cada mañana a lado de un té…
Querida vecina me pierdo en el delirio de tenerte aunque no te tenga,
me pierdo en la dicha de la esperanza de que a mi lado cada noche caminemos de
la mano, como dos estrellas que nunca están juntas pero siempre están cerca…
Pero te observo como hace algunos ayeres, como hace algunos años,
quizás debería llamar a los siglos para que los dioses lo hagan instantes,
quizás debería llamar al pecado para que el instante se haga eterno, pero no lo
sé vecina, me pierdo en la maravilla de su mente, en el naufragio del alma, en
la incapacidad de no tenerte.
Loca niña desprotegida, sonrisa cálida de la mañana, pereza absurda y
neblina, me caigo y te tumbo conmigo, te caes y me prendo contigo, como fuego
de la fogata, largo, eterno, deseado, me usurpo en tus aposentos y quiero hacer
pecado.
Querida vecina, de se cuenta que ya no sé de lo que hablo.
Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida bajo las leyes del copyright y decretos internacionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué te hizo experimentar el escrito?