domingo, 11 de septiembre de 2016

Ahijada.

Ahijada.


Ella me había regresado la esperanza de vivir, con una sonrisa, con un beso, con un simple te quiero.

Se arrulló en mí, estuvo en mis brazos y jamás se soltó, era un árbol para ella, era un libro, una tierra nueva.

Qué orgullo el de estar a su lado y que honor el tenerla en mi corazón, mi corazón que ella se robó, poco a poco, lentamente, era la hija que no tuve, la esperanza de la resurrección.

Deje de sentirme solo, deje de perderme, estaba en sus ojos y ella estaba en los míos, estábamos unidos por la religión y ella era mi vida y formo parte de mi muerte…

Y este era yo y era aquel en el pasado pero otro en el presente.

Niña berrinchuda que me busca por la casa, aquí estoy a tu lado, con el viento, con el agua, con la tierra, con el fuego, con aquel tiempo preciso y distante.

Semilla no germinada seré tu sombrilla, tu sobra, tu demonio guardián, seré aquella espada que atraviese bestias, aquel escudo en contra de duendecillos y palabras de poetas…


Semilla no germinada, déjame ser la raíz que te guíe al manantial. 

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