Ahijada.
Ella me
había regresado la esperanza de vivir, con una sonrisa, con un beso, con un
simple te quiero.
Se arrulló en mí, estuvo en mis brazos y jamás se soltó, era un árbol para ella, era un libro, una tierra nueva.
Qué orgullo el de estar a su lado y que honor el tenerla en mi corazón, mi corazón que ella se robó, poco a poco, lentamente, era la hija que no tuve, la esperanza de la resurrección.
Deje de sentirme solo, deje de perderme, estaba en sus ojos y ella estaba en los míos, estábamos unidos por la religión y ella era mi vida y formo parte de mi muerte…
Y este era yo y era aquel en el pasado pero otro en el presente.
Niña
berrinchuda que me busca por la casa, aquí estoy a tu lado, con el viento, con
el agua, con la tierra, con el fuego, con aquel tiempo preciso y distante.
Semilla no
germinada seré tu sombrilla, tu sobra, tu demonio guardián, seré aquella espada
que atraviese bestias, aquel escudo en contra de duendecillos y palabras de
poetas…
Semilla no
germinada, déjame ser la raíz que te guíe al manantial.
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