domingo, 4 de septiembre de 2016

Mar, capítulo 3: Resurrección.

Resurrección.


Las ideas surgen en la mañana, mi pequeña mente piensa, y piensa en los primeros segundos cuando intento abrir mis ojos, esos momentos en los que no sabes si sigues soñando o sigues viviendo.

Miro el móvil y no has respondido.

Ya vamos con el tercer día, espero que hoy resucites y nos encontremos en nuestro cielo, necesito escapar de este infierno donde estoy sin ti, me haces tanta falta para discutir momentos de la vida.

¿Alguna vez te he dicho cuáles son mis 3 animales favoritos?

Te hablaré del gato, bueno, más bien los felinos. En general me fascinan, tan solitarios, tan serios, tan fríos, tan calculadores, ellos tienen estrategia, la audacia, y la sencillez para ver las cosas que nosotros no vemos… Sus garras, sus colmillos, sus patas, su pelaje, sus ojos, todo en ellos es elegante.

Veo a mi gato, y después reviso el móvil. Y no hay contestación.

El jueves, no el que pasará, ni el que paso, sino aquel segundo jueves donde te vi de nuevo. Lunes 11, entonces jueves 14. Ese día fui al local con la esperanza de verte y ahí estabas, tan linda, tan hermosa como siempre.

¿Lo recuerdas?

Tu mami nos mandó a la papelería por volantes, y entonces mi cuestionaste.

¿Cómo eras cuando estabas en Veracruz?

Aquel día no puede expresarme con propiedad, la verdad cuando estaba acá no hacia la gran cosa, solo huía de las tragedias de la familia, huía de los valores moralistas de un pueblo, huía del socialismo modernista de mis compañeros y huía tanto que terminé en una ciudad, donde la gente es igual que a la del pueblo, no viven, solo sobreviven en masas por temor a ser ellos mismos. Soy un prófugo de las cosas normales y comunes, soy más una rareza sencilla.

Cuándo tenía tu edad, era equis, claro, ahora sigo siendo equis pero pues esa variable y cualquier otra, puede tomar valores desde menos infinito hasta más infinito.

¿Qué valor me das?

Podría valer 1000 cherlines, o solamente un abrazo, una sonrisa, una plática, tengo mil valores, pero ante tus ojos quisiera saber qué valor me das, como persona, como amigo, como alguien que te saca de tus principios, como escritor…

¿Algún día lo sabré?

Regresaré al recuerdo. Ese día seguimos caminando y entonces tuve que atacar de manera indirecta.

Te invito a salir.

Me miraste y sonreíste respondiendo.

Sí, ¿a dónde?

Dije.

A un café, al cine, a comer o a cenar, dónde te sientas cómoda.

Entonces me sentenciaste.

Por un café está bien.

Le quise poner jugo a las preguntas y respuestas, y terminé diciendo.

¿Quieres un café bueno y no famoso, o un café malo y muy famoso?

Ambos optamos por el café bueno y no famoso, programamos nuestra pequeña cita para el día martes a las 18:30, una conspiración de dos mentes brillantes. Seguimos caminando, yo con los nervios de estar a tu lado y tú con esa indiferencia hacia el mundo, hacia mí. Aquel día le pedí también permiso a tu mami, nunca antes había hecho una osadía tan grande, ese día tu mamá se dio cuenta de mi sentimiento, y a partir de aquel momento posiblemente las cosas cambiarían y por cierto cambiaron.

Entre tanta plática, tú me cuestionaste.

¿Saldrás de prepa?

Esa pregunta me tomó por sorpresa y me hizo reír, no esperaba que me viera tan pequeño, a lo que contesté.

No

Te sorprendiste, lo pude ver en tu mirada, la curiosidad había matado al gato.

¿Cuántos años tienes?

Entonces me quedé sin palabras y solo formulé otra pregunta, de esa manera podía alargar mi sentencia.

¿De cuántos me veo?

En aquella ocasión, esa respuesta fue lo que más me impacto, y al momento que terminabas tu frase me percataba que la ilusión se había muerto.

Mínimo 16, máximo 17.

Me reí porque me veías con ojos de amor, con ojos de esperanza, con ojos de ilusión, al igual que yo, solo que tu ilusión se murió aquel día, y la mía, bueno, aún perdura en estos tiempos. Nos habíamos gustado, de eso no hay duda, nos habíamos ilusionado, de eso tampoco tengo duda, ¿pero la edad fue lo único que te afecto o el miedo de enamorarte corrompió tus ilusiones?

Me resigné y tuve que contestar.

Tengo 22 años.

Tu semblante cambio, tu mirada cambio, tu vida cambio, todo en ti cambio con aquella respuesta y entonces desde ese momento iniciaste a ignorarme.

Ahora de nuevo miro el móvil, y sigues sin contestar.

Te mandaré un mensaje de buenos días que parecerá simple y cotidiano, después de que leas la verdad, sabrás muchas cosas que pienso, siento y quizás nunca me atreví a decirlas. Te darás cuenta que nunca deje de pensar en ti.

Muy buenos días señorita Mar, supongo que tu decisión ya la tomaste, aunque posiblemente ni lo has pensado, o quizás aún sigas confundida, no lo sé, ¿pero que sabemos de nosotros?, absolutamente nada y todo, puede que todo sea neutral o puede que todo sea el Mar.

Quizás algún día me rinda y ya no mande nada.

Por cierto, esta tarde te recordé con uno de mis poemas antiguos, realmente desde antes te escribía sin pensar en ti, sin conocerte.

Ahogado en un vaso de agua.

Entre líneas se asoma un lucero, un paréntesis, un punto final y dos más para continuar la historia.
Y es que no tengo el valor para decirte que el sol quema, que el frío quema, que el alcohol quema mi alma, dentro de mí me derrito, me quemo, quisiera hablarte y decirte que todo muere, que todo se acaba…

Ya no te amo…

Una palabra fuertemente infinita, un sentimiento muerto, me duele el funeral, me duele el sepelio. Pero ya no es lo mismo, el mar se aleja, el sol se oculta,  la lluvia no cesa, no se va, no acaba, no ha llegado la primavera.

Alguien más ha notado las letras, mis novelas, los escritos, te ha eclipsado y me he quedado en toda una oscuridad, ya no te veo, ya no te siento, te he perdido y me he perdido en la penumbra de una esperanza caída de Adán, el fin de tu mundo y el inicio de un universo.

Soy cobarde, un inadaptado más, un sinfín de problemas y muy pocas respuesta, y muy pocas soluciones, no veo el horizonte y el poniente se ha ocultado, ya no veo tu cara en las mañanas, ni el sueño en mi percance…

Te necesito.

¡Mentira! Nunca necesite nada.

Me dueles, me destrozas el cuerpo, pues no eres espina solamente pétalos en un gran espiral de placer, pero ya no te quiero, ya no puedo seguir fingiendo más.
Esto es un vaso de agua, nunca será alcohol aunque se destile.

Después de todo o de nada te sigo recordando, aunque este poema no encaja muy bien en el rompecabezas, solo lo atribuyo a ti porque en este momento me siento Ahogado en un vaso de agua, y por cierto, otro poema me alegró el día, pero no es un poema creado por mí, en esta ocasión es de Mario Benedetti, uno de mis poetas favoritos. Ese poema me motivo a seguir en pie de lucha, ya sabes entre lectores y escritores nos entendemos, pero entre tú y yo hay algo más ¿no lo crees así?, el poema te lo envié, se llama Como hacerte saber. Deberías analizar bien lo que transmitimos ambos, y tratar de explicar toda la incertidumbre que creamos a nuestro alrededor.
Hoy fui al balneario, apenas vengo llegando, la ironía de mi madre, teniendo la playa a unas 4 calles, prefiere ir a las albercas. Posiblemente su excusa sea de que no le gusta la sal, pero ammm ¿el cloro?, supongo que la gente solo busca excusa a sus disgustos. ¿Cuál es la excusa para el disgusto hacia mí? Aunque también, en frente del balneario estaba el mar, y claro, ya sabes, me acordé de ti, el mar lo vi como Mar, tan distante, tan hermosa, tan misteriosa, tan azul como el cielo limpio de algún pueblo,  y allí en la arena vi a una pareja de enamorados, abrazados, tomados de la mano, te extraño, de verdad que me haces falta, de verdad que espero tu respuesta, de verdad que tengo que resucitar, por cierto, hoy te pude olvidar otro pequeño momento, hoy fui uno con el agua, me purifiqué, me sentí pleno, me sentí tan natural como cuando te veo, ahora estoy todo rojo quemado, la piel me arde, me quema el sentimiento, mi sangre hierbe por el sol, mi sangre escribe por ti, realmente me haces sentir más vivo que nunca, estoy vivo realmente.

Hace un calor de los mil demonios y otros que acabo de inventar, acabo de revisar un poema que no recuerdo el motivo por el cual lo escribí, me gustaría dedicártelo pero tendría que modificar algunas partes. Cierto, no quiero un noviazgo contigo, solamente quiero ser un simple y sencillo amigo, sí, me encantas, pero esto no es una declaración de amor, más bien, esto es un sentimiento en letras, te aprecio tanto que soy la tinta en este lugar y te doy mi sentir, más no una relación furtiva de novios.
Ha llegado la noche y aún me acuerdo de ti, por momentos te olvido y por otros más te recuerdo.

Qué gran alivio es vivir.

Reviso de nuevo el móvil y hoy no resucitó Jesús, hoy tampoco me hablaste.

Me encadille, ¿sabes qué es un cadillo?, es un pedazo de semilla muerta que no te deja solo una vez que te ha tocado. El cadillo es como el amor, simplemente te atrapa y ya no puedes librarte de él, te pincha hasta sangrar, hasta matarte, hasta no tener escapatoria y entonces el funeral nunca llega y tampoco la resurrección, me di cuenta de aquella semilla porque me lastimé mientras leía una frase del Diablo guardián.

Y ya ves que las putas  idioteces son más guapas y más interesantes que la chingada sensatez.

Muy gracioso ¿no crees?, yo tan insensato como mencionas y es lo mejor que uno puede hacer, me reí como nunca, la novela de Xavier Velasco me ha aventado una pedrada, me decía en pocas palabras mexicanas.

Lucha, lucha, lucha, no importa la edad, ni el tiempo, ni las circunstancias, solo se vive una vez y ella te ha resucitado de tu muerte, lucha, lucha y lucha, si pierdes por lo menos, lo intentaste y no fuiste un cobarde.

 Le haré caso.

Bueno, esta noche te mandaré una canción más, sé que no obtendré respuesta, la verdad, es algo nostálgico y doloroso.

Te mandé la canción de 7 crisantemos – Joaquin Sabina. ¿Sabes?, es mi trovador favorito y esa es la canción con la cual me identifico, te otorgo las armas necesarias para poder destruirme, ¿lo harás?


Cómo sé que ya no me contestarás, me tendré que ir a dormir de manera tranquila, después de todo me estoy acostumbrando a esta incertidumbre.  

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