Gran desdicha.
Habré puesto la verdad sobre tu boca, boca cocida con
hilo de seda, sabes mi verdad y no la dices, temes que mis pecados te condenen
al séptimo infierno.
Pero he puesto en tu alma una porción de mi vida, ¡maldita! Maldita seas hija de Adán y de Lilith.
Has usurpado en mis penas y has hecho penitencia sobre tu cuerpo.
Pero he puesto en ti la esperanza que riega el fruto podrido de tu vientre, pero no eres clemente ni piadosa, ni siquiera fuiste virgen a mis ojos.
Pero pongo en ti la porción de mi vida, porque la muerte es mía como tu alma vendida, te sentencio a ser mi poesía, virgen inmaculada desgracia mía.
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