He aquí
señorita y más allá Daniela.
Estaba entre nubes y llegué a tus labios, recorrí cada centímetro de tú piel poco a poco y lentamente.
Me consumí en tu mirada corrompida por el deseo, en tu sonrisa, en tu pensamiento.
He aquí yo que no estaba muerto.
Nos tomamos de la mano, fue el elixir de mi existencia porque entre dedos entrelazados conocí la entrada al cielo y al infierno.
Me percate lentamente que era una odisea el tenerte frente a frente, mano a mano, pensamiento a pensamiento, nos perdimos en el pecado consumido...
He aquí tú que me has
resucitado.
Y convertiste el alcohol en agua. Y tuvimos una noche estrellada, un soneto, una melodía, un baile de salón, una obra de arte está historia que pintamos sobre el lienzo de miradas.
Nos tuvimos y al mismo tiempo nos dejamos, estaba tan cerca de tú cuerpo pero tan lejos de tú alma.
He aquí que no ha sido el tercer día sino como el décimo tiempo.
Sabía que había perdido la cabeza, que se me había escapado la cordura. Sabía que este sentimiento se esfumo no al tercer día ni al décimo tiempo, más bien partió a tu lado, con tu enojo, con tu irá...
He aquí yo en este mar y tú allá en plena orilla.
Porque el tiempo, el entorno, el momento lo has disfrutado a mi lado y eso no se borra, y eso no se olvida...
He aquí señorita echa poesía de una noche en pleno verano.
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