Sueños perdidos.
Quizás algunos digan que esto
posiblemente sea una historia de amor, una tragedia de un joven soñador, un
misterio de la vida, la verdad, ni yo lo he pensado como tal, pero todo se
remonta a hace apenas unos cuantos años atrás, cuando yo era todavía joven y
ella era menos hermosa de lo que es actualmente –aunque ya tiene dos años que
no la veo.-
Pero si algo me queda claro, es que
nunca olvidaré al primer amor de mi vida, o quizás al único amor de mi vida –lo
dudo, ahora que reviso me escrito estoy enamorado de alguien más- , no lo sé,
esas dudas me atormentan cada noche como esta, a veces son noches frías como su
mirada hace algún tiempo, a veces son noches cálidas como los abrazos que hace
poco nos dimos. Y es que todo empezó en nuestra juventud, en la pubertad cuando
la conocí, muchos pensaran hasta el momento que fue amor a primera vista, pero
no es así, realmente el amor a primera vista no sirve, no funciona, no existe,
esta historia de amor amargo, trata
sobre un enamorado de amor a primer odio, y es que al principio me caía tan
mal, tan de la patada, tan de la mano, tan de la cabeza, que ahora, justo en
este momento no la puedo olvidar.
Primero de secundaria, ella tan
hermosa, tan linda, tan normal, y yo tan equis, a veces era ye cuando me
aburría, muy pocas veces me atreví a ser zeta, pero el primer año ni siquiera
nos hablábamos, solo recuerdo su tez pálida como siempre y sus chapitas sobre
las mejillas cuando se acaloraba, cuando se enojaba, o cuando se sonrojaba, cuando
pasaba cualquier cosa fuera de lo normal ella se pintaba de mil colores en
rosa. Nunca imaginé que una niña fresa como ella podría gustarme, nunca lo
pensé…
Los años de secundaria pasan
rápidos, algunos más lentos, pero en las horas de educación física cuando corríamos
alrededor de la escuela, ella se cansaba a un cuarto de camino, era muy
chistoso ver que su condición física nunca fue tan buena, pero me agradaba
verla en múltiples facetas, ella creía que yo no la observaba, pero siempre
desde el primer día no le pude quitar la mirada de encima, a pesar de que me
caía mal, había algo en ella que me atraía, que me volvía loco, que me
descontrolaba la mayor parte de mi tiempo, y es que en secundaria no me gustaba
nadie, ni siquiera ella o al menos eso pensaba, todo comenzó cuando entramos a
tercer grado, ese año fue un cambio muy drástico para mi dramático corazón, era
prófugo de una agonía.
Mi mejor amigo quería con ella, y
ella comenzaba a ser parte de mi vida, ese año comenzamos a hablarnos, a
pedirnos prestadas algunas cosas, a tratar de llevarnos bien, yo le caía mal,
lo veía en su mirada, ella me caía mal, lo escuchaba en mis palabras, pero
siempre, siempre estábamos unidos por algo, por una excusa, por pretexto, algo
siempre nos atrajo como dos imanes separados pero atraídos el uno al otro.
Dolía, es cierto, dolía
profundamente como quién se ahoga en un vaso de agua, era inestable pensar en
la traición que le haría a mi mejor amigo, en la desesperación de perder a esa
dulce niña de tez fantasmal, los días pasaron y pasaron, el salón de clase
aglomeraba la relación – aún no eran novios, yo nunca quise que anduvieran. –
Nos graduamos y al regresar a la prepa todo sucedió, ellos se dieron la
oportunidad de dañarse, de lastimarse, de quererse, se dieron la oportunidad
que yo siempre anhele en aquellas noches de melancolía, el deseo de cualquier
recién nacido en sus ojos, yo era solo un amigo más, su mejor amigo en esa
época, aún duele recordar todo el martirio que pagué por mis pecados
futuros. Ellos estaban juntos aunque los
separaba un salón.
El tiempo paso, yo me consagré con
una novia, pensé que la había olvidado con tan cruel acto, pero no fue así,
ella día a día se enterraba en mi cuerpo cómo una espina, cómo una estaca a
punto de matarme, y yo, yo simplemente no ponía resistencia, quería el
suicidio, quería el homicidio por ella, el tiempo paso cortamente, solo cuatro
meses duré con aquella chica y de nuevo volví a los brazos de una amada que
nunca fue mía, pero que en ese tiempo fue de otro, y aún en estos tiempos puedo
seguir diciendo que sigue siendo de otro.
Recuerdo los celos que me causaba
verlos juntos, ese enojo o esa furia, esa inestabilidad mental, me percataba
que cada mañana lo recibía con un beso, en cada receso se tomaban de la mano,
era un amor limpio e inocente, era un amor pulcro, al principio eran celos
enfermos como los de cualquier otro adolecente, pero después de un tiempo
comprendí que la felicidad de ella desgraciadamente era mi felicidad. Que ineptitud pensar que la felicidad de otra
persona me llenaría, nunca lo había imaginado hasta ese momento, mis errores
cometidos, mis ideas fallidas. Recuerdo que una mañana antes de entrar a clase,
me acerqué a ella y le dije que yo también quería esos besos que dan esperanza
al día, ella aceptó, yo pensé que nunca lograría convencerla, pero ella
simplemente dijo sí, como si nada le importara, los días pasaron y me fui
siendo más cercano a ella, me contaba sus problemas, sus felicidades, los
recreos eran de nosotros, de unas cacalas
de Don polo, de unos Carlos V regalados,
así paso bastante tiempo, hasta que mi mejor amigo puso un alto a toda esta
locura, ella por obvias razones le hizo caso, y fue cuando tuvimos nuestra
primera pelea de verdad, nuestra primera separación, nuestra primera lejanía,
en ese momento de mentalidad adolecente lloré, lloré por dentro, se desgarró mi
cuerpo con cada mirada desviada, con cada palabra ignorada, así fue un dilema
que a principios de los 16 años me gobernó.
Esa era, fue eterna, no tener al
espíritu a mi lado, no tenerla y verla con otro, observar como sus miradas se
penetraban mutuamente, y yo perdido en la nada, en la nada de un amor siendo
sombra de otro.
Un año quizás fue el tiempo que no
nos hablamos, realmente no lo recuerdo mucho, quizás solo paso medio año,
quizás solo un día, quizás solo un minuto, pero aunque haya muchos quizás,
nunca sabré el tiempo exacto puesto que para mí fue una osadía del tiempo
engañado.
El último curso de nivel
preparatoria se acercó, todos con sueños sobre su futuro, todos eligiendo
carrera, eligiendo escuela, eligiendo fugarse de esa adolecente realidad, yo,
no era diferente a todos, también me preocupaban esas cosas, pero no presumía,
nunca me gusto hacerlo y tampoco a ella, pero ella estaba feliz, la veía feliz,
hasta que de nuevo nos hablamos, con disculpas, con perdones, con abrazos y
volvimos a nuestra relación habitual de amistad, me comentó todo lo que había
pasado con mi mejor amigo, con sus demás novios, y entonces me mostró a una
chica fría, vengativa, a una chica que quería ver a los hombres sufrir por todo
aquello que le hicieron, yo, no lo creía, pero así fue cuando de nuevo el amor
que sentía por ella comenzó a crecer, aumentaba, y seguía aumentando como una
bomba, como una liberación de energía espontánea y tarde o temprano explotaría.
Me encontraba deprimido y feliz…
Solo tenía la esperanza de que saliendo de la prepa la olvidaría, de que
teniendo otras mujeres la olvidaría, de que si no trababa de recordarla la
olvidaría, y el tiempo paso, y la preparatoria acabó, el sueño que tuve de
secundaría se fugó por unos segundos, pasando ya 6 meses ella me volvió a
buscar y entonces el detonante apareció.
La verdad, es que a final de semestre si quería darte la oportunidad,
pero no me atreví a decirlo porque ya eran los últimos días y no quería
perderte como amigo, aquello explotó
en mi interior, ya varios kilómetros nos separaban, varías ideas habían
cambiado, la educación había causado metamorfosis, había causado estragos en la
sociedad anónima del amor. Me había alegrado ante elocuentes palabras, pero se
esfumó como la luna cuando ve al sol, se fue, se ocultó del despiadado asesino,
y entonces las palabras más frías salieron de mí, ya es demasiado tarde, y ahora quisiera que nunca fuera demasiado
tarde para obsérvala diariamente, para hablarle a cada momento, para abrazarla,
para tomarle de la mano, pero sobre todo para decirle Te Xochimilco, que lugar más bello que Xochimilco para demostrar un amor único, un amor de flores y lagos,
un amor de historia mexicana, un amor de odio y arrepentimiento Jaracho, o al
menos, eso dice alguna gente que sabe la historia y otros que la ignoran.
Nos volvimos a ver por última vez,
ella angustiada por sus estudios, por una mala elección, tan preocupada por ser
normalista y tan idealista por querer ser ingeniería, al final la familia te
golpea, los amigos te golpean, los amantes te golpean, Dios te golpea, el mundo
te golpea, y entonces ahí aparece el Diablo, tan fiel Diablo a las personas
para apoyarte, para abrazarte y para aconsejarte, lucha por tus sueños fue lo único que pude decir, le abracé como
nunca antes lo había hecho, y en aquella ocasión fue la primera vez que pude
hablar con su familia, por mi mente paso decirle suegra, cuñada, cuñado,
suegro, pero también paso la palabra amigo y todo de nuevo se desvaneció.
Durante dos años no supe nada de
ella, realmente yo sentía que ya no me importaba, yo estaba viviendo o por lo
menos sobrevivía a las pruebas de la buena vida, sin misterio alguno, un día
decidí mandarle un mensaje porque ese fin de semana me había acordado de ella,
había visto a un amigo de secundaria tocar con su banda, me inspiró, me hizo
resucitar el pasado y entonces como una chispa que ilumina el pensamiento le
saludé, ella respondió inmediatamente y continuamos la plática, ¡eureka!, ¡erukea!, decía mi
pensamiento mientras mi corazón dormía, ya
no siento nada por ella, esa ilusión tonta, pero después me mandó un mensaje de voz, sin
relevancia alguna, y no entendí lo que me trató de decir, y no entendía lo que
escuchaba, pues al final de los finales, su voz fue quien me transporto a los
bellos recuerdos de mi pubertad, sin dudarlo dos veces, le marqué por teléfono
y entonces las lágrimas salieron como océanos escondidos, era felicidad y
tristeza, era añoranza y desesperación, era amor y odio, era todo y nada.
Lloré por la alegría de escuchar su
voz, di gracias a ella por seguir viva, di gracias a los Dioses de todas las
religiones, simplemente el corazón dormido había profanado la libertad del
sueño y se despertó indicándome que había vivido engañado, que aún la quería,
que aún la amaba, que aún no podía superarla, esos ojos claritos como las
madrugadas en Veracruz, esas mejillas rosas como las flores, esa tez tan pálida
como la nieve, ella era naturaleza, ella era simplemente la persona más normal
que no era perfecta, pero que estaba hecha a
mi medida, su melodiosa voz de sirena, sus palabras de ángel, sus enojos
de demonio, ella era todo lo surreal que nunca había existido, no al menos
hasta que lo admití. Intercambiamos algunas palabras nostálgicas y toda la
ilusión se prendió dentro de mí al escuchar sus palabras, todo
puede pasar, solo déjalo fluir, por primera vez, no me decía que no la
molestara con mi amor porque era mi amiga, por primera vez solo dijo que el destino
lo decidiría, y esas palabras de cambio para mi fueron más que letras, fueron
un paso, un escalón más, una duda infinita.
Mis relaciones posiblemente no
habían funcionado porque mi corazón le pertenecía a un fantasma, a un recuerdo,
a una esperanza, a un delirio, quizás mi amor por ella era tan grande que no me
permitía darle amor robado a otra.
Y ahora aquí me encuentro
escribiendo una carta de declaración a la que alguna vez fue mi mejor amiga,
ahora estoy seguro de que es el amor de mi muerte, el único e irremplazable
amor de mi existencia, la que me crea un ilusión y me eleva, la que me mata, me
desgarra con un simple te quiero como
amigo, la chica que nunca pude robarle un beso, que nunca podré robarle un
beso, que nunca será mía aunque más quisiera, la chica con una sonrisa de media
luna, con una carita de niña buena, la chica que tiene en su nombre la
serpiente, la mujer que me hace perderme en sus laberintos, que me traga con
sus ojos, con sus estrellas, con sus abismos, la única mujer a la cual puedo
serle fiel, la única persona a la cual no le he mentido, y me duele, realmente
duele escribir esto mientras tomo tequila y derramo lágrimas de esperanza,
quizás el día de mañana ella lo lea, quizás solo vea las primeras letras y lo
termine tirando, no lo sé, realmente no me importa mucho lo que haga con esta
carta, con estas palabras, con estas letras, yo solo sé que ella sabe, que soy
un loco más loco que todos los que ha conocido, y algo me dice, quizás una
ilusión tonta, quizás solo mi esperanza me quiere cegar, pero algo me susurra
que ella siente algo más por mí, quizás me equivoco, pero a veces prefiero
vivir en un sueño que soportar esta realidad que tanto me mata.
Mi primera mujer y la última, ya ni
siquiera puedo mencionar su nombre sin temor a invocarla, ya ni siquiera puedo
escribir su nombre sin temor a sangrar, ya ni siquiera puedo pensar en ella sin
poder sonreír…
Sareli, niña mortal, mujer
verdadera, sueño incapaz y esperanza muerta…
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