De
nuevo soledad.
Vi por última vez aquel cuarto del silencio y
comprendí que había muerto en aquel accidente del tren, pero ahora a través de
este cuarto había resucitado, una nueva vida, un nuevo principio, un camino
hacia la esencia de la vida, el inicio de una gran filosofía. Comencé a caminar
por todo el cuarto recordando todo lo que viví, todo el conocimiento estaba en
mi alma y entonces llegué al extremo final del cuarto en donde pude recordar
nuevamente al amor de mi vida, a mi felina, a mi purgadora de pecados. Podía
sentir el final de mi historia, podía sentir que muy pronto estaría de nuevo en
mi mundo, pero también sentí como el calor de la puerta del amor me abrazaba,
escuché la voz de Karina musitar mi nombre, sentí su piel junto a la mía,
sentía que nos mirábamos sin vernos, que nos hablábamos sin saberlo, sabía que
ella era mi sincronía, mi musa, mi sueño, pero sobre todo mi realidad.
Había sentido la vida en Karina, había
sentido como el amor se fundía con mis raíces, como el amor se había apoderado
de mi alma, como aquella sensación me hizo cambiar gran parte de mí, estaba
enamorado, completamente enamorado y así fue como me despedí de ella, me
despedí en silencio, pensando completamente en ella, erradicando mis pecados y
fortaleciendo mi base, la base para hacer grandes cambios
en la vida. Solo pude decir entre sollozos.
- - ¡Adiós
mi amor, adiós Karina!
Vi la puerta por la que había entrado y me
dirigí hacia ella, mientras caminaba las lágrimas salían, todo era nostálgico
en aquel tiempo, eran recuerdos fuertes y una buena vida, llegué a la puerta,
la miré, pude sonreír pues ya había acabado gran parte de mi prueba y podía
salir, pero entonces una incertidumbre se clavó en mí, la última puerta seguía
opaca y eso solo significaba que no había superado la última prueba y eso al
mismo tiempo provocaba que posiblemente no podía abrir la puerta de la salida.
Entonces me cuestioné.
- - ¿En
qué estoy pensando?
Mi temor se fue como la nieve en plena
primavera, todo mi miedo se desvaneció, así que tomé la manija y abrí aquella
puerta, gracias a aquella acción todo de nuevo cambio. Sentí la naturaleza
sobre todos mis sentidos, por un momento pensé que estaría de nuevo en mi mundo,
pero de nuevo me equivoqué, realmente estaba en el lugar de los dos enormes
árboles. Di un paso para salir de aquella puerta y al instante la puerta se
cerró dejando atrás el cuarto del silencio, en el momento que la puerta fue
cerrada escuché el sonido de algo que se rompía, miré a mi alrededor, pero no
encontré nada y entonces un
fruto rojo se impactó contra el suelo, miré hacia arriba y todos los demás
frutos caían, así que comencé a correr para alejarme lo suficiente de ese
árbol, los frutos seguían cayendo creando un líquido rojo y espeso sobre la
tierra, poco después comenzaron a caer las hojas, luego las ramas y así hasta
que también el árbol se vino abajo ocultando completamente la puerta.
Me detuve a observar completamente aquella
destrucción que no me daba tristeza, más bien me daba plena satisfacción debido
a que lo aprendido nunca se debe de olvidar, sabía que la puerta del silencio
seguí ahí en algún lugar completamente intacta. Algo capto mi interés, había un
punto inerte que brillaba mucho, ese punto se encontraba en medio del escombro
así que me dispuse a caminar lentamente, la curiosidad me mataba y caminé con
cautela, a algunos cuantos pasos llegué y entonces observé que ese punto brillante
no era más que una semilla que apenas germinaba.
La semilla era común color café, pero tenía
una vértebra color verde como la esperanza que tiene cualquier ser para
sobrevivir, alrededor de la planta tenía un destello color dorado que
significaba la riqueza que uno puede llegar a alcanzar, tanto resplandor me llamo
la atención que me acerqué para tomarla, pero entonces una voz ya conocida me
dijo.
- -Un
nuevo ser vendrá a cruzar la puerta de la muerte.
La voz venía detrás de mí, era la voz triste
de Soledad y sin voltear le respondí a su afirmación.
- - Entonces
en su momento podré ver los frutos de esta semilla.
Volteé y ahí se encontraba ella con su aura
depresiva, pero también sobre su rostro se dibuja una sonrisa sincera,
realmente yo también sonreía pues había logrado un avancé en mi vida. Entonces
ella comenzó a caminar hacia mí y dijo.
- - Te
ves más alto, más grande, más feliz, realmente me sorprende que hayas aprendido
tanto en tan poco tiempo.
Yo respondí.
-
¿Cuánto
tiempo ha pasado?
- Era una incógnita que aún no respondía. Contestó.
- - En
tu mundo dicen que el tiempo es relativo.
Llegó hasta mí y siguió hablando.
- - También
la amistad es relativa.
Nos abrazamos, fue un abrazo de esos que se
dan las personas que se extrañan mucho, de esos abrazos que aportan calor y
confianza, entonces no separamos y siguió la plática.
- -Ya
no eres el desesperado que conocí.
A lo que contesté.
- - Ya
no eres la deprimida que deje.
Suspiró.
- - Ya
no puedo estar deprimida, ahora tengo un amigo.
Sonreí y repliqué.
- -Y yo
tengo una soledad bien acompañada.
Me tomó de la mano y entonces comenzamos a
caminar hacia el árbol de la sabiduría que había cambiado completamente, aquel
árbol que había visto todo viejo, anciano, acabado, ahora era un árbol joven
sin fruto alguno, pero con muchas flores de diferentes colores, aquel árbol se
veía feliz y con placer a simple vista. La soledad era parte de mí y yo era
parte de ella, comenzó a explicarme brevemente.
-
- Cómo
te dije, te llevaré a la salida.
Lo dijo de manera burlona.
-
- Ya
era hora… Aunque aún no me quiero ir.
Replicó.
-
- -Entonces
te tendré que correr.
Río.
- - Entonces
tendré que escapar.
-
-No
puedes escapar de mí porque siempre te encontraré.
Esta vez señaló el árbol y siguió hablando.
-
-Ese
árbol de allá tiene todo el conocimiento que has obtenido de la esencia de la vida,
ese árbol tiene la última puerta que tendrás que abrir para ir a tu mundo aunque
este también es tu mundo, esté pertenece a ti, así como el de allá fuera.
Sonreí de nuevo y le contesté.
-
- - Lo
acepto, entonces… ¿Te veré de nuevo?
Nos detuvimos y ambos miramos aquel gran
árbol, de ahí respondió mi cuestión.
-
- Todo
depende de ti.
Volví a interrogar.
-
- ¿Cómo?
Ella me miró con alegría.
- -Algún
día lo sabrás.
No quise indagar más así que solo pude decir.
- - Bueno,
entonces fue un gusto haberte conocido. Supongo que este es el adiós de una
hasta pronto y no de un hasta nunca.
A lo que ella volvió a repetir.
- - Todo
depende de ti.
Nos miramos de nuevo, nos abrazamos de nuevo
y al mismo tiempo musitamos las mismas palabras.
- - ¡Gracias!
Ambos nos comenzamos a reír como locos, al
momento de despedirnos pude sentir sus labios sobre mi mejilla, y su mejilla en
mis labios, pero entonces una cuestión más se formuló en mi cabeza.
- - Una
última pregunta.
Ella respondió.
- - Dime
Cuestioné.
- - ¿Me
recordarás?
A lo que ella contestó.
- - Eso…
Me le adelanté y respondí por ella.
- - Depende
de mí.
Caminé hacia el árbol de la sabiduría,
entonces me percate que la misma chica que me dio la bienvenida fue la misma
que me dio la despedida, esta vez ya me estaba sintiendo en mí mundo, esta vez
sabía que el final estaba próximo. Llegué a la puerta de la sabiduría y esta
tenía unos detalles muy llamativos. La puerta era de madera normal con
decoraciones muy surreales, estas decoraciones empezaban desde el centro de la
puerta que fue lo que más me llamo la atención porque decía lo siguiente.
- - Hadys
Estaba escrita con letra cursiva y bien
definida, todo eso me hizo sonreír por el cual me llené de alegría y
satisfacción por haber llegado tan lejos.
Tomé con valentía la manija de la puerta y
con una gran determinación la abrí, era la hora de entrar en aquella puerta.
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