De
principio a fin.
Frente a mí estaba la última puerta, suponía
que era la del obstáculo más complicado y eso creaba un enigma en mi cabeza,
pues no sabía si correr y superar la prueba rápido o esperarme y tomar la
prueba con calma, esa puerta inspiraba temor. Lo primero que hice fue
levantarme, sacudirme y así después observar el cuarto del silencio, el fin de
mi travesía.
Podía recordar cada aprendizaje que tuve en
mi estancia, podía recordar cada prueba superada, empecé a caminar y en cada
paso que daba fui mencionando el nombre de cada prueba.
- -Amor
- - Lujuria
- - Envidia
- - Sinceridad
- - Gula
- - Pereza
- - Caridad
- - Avaricia
- - Soberbia
- - Arte
- - Ira
- - Ciencia
- - Vida
Esas eran las trece puertas que hasta el
momento había superado. Di el último paso y entonces estaba enfrente de una
puerta totalmente blanca, en la parte superior estaba el número XIV, era una
puerta sin símbolos, sin nada en especial. Tenía miedo de no superar la prueba
y quedarme ahí por siempre, entonces tome la valentía suficiente, di media
vuelta y entonces musite.
- - ¡Gracias!
Esta vez el cuarto del silencio no hizo eco,
sonreí y de nuevo miré la última puerta. Me preparé para tomar la manija, pero
antes de que mi mano llegara a la manija, las demás puertas aparecieron y todos
sus símbolos se mezclaron con la última puerta para formar el nombre y el
consejo de la prueba.
- - La
puerta de la muerte.
Seguido de:
- - El
fin es el principio.
Al terminar de leer me dio mucho miedo,
quería correr, pero para ese entonces ya estaba dentro de la puerta y ya no
podía hacer realmente nada. El territorio era completamente blanco y no había
nada que me hubiese parecido a la muerte, estaba solo entre tanta tranquilidad,
me serené un poco.
Entonces una primera señal surgió, de pronto
todo lo blanco se pintó de colores formando así un bello paisaje. Y unas letras
se dibujaban que decían.
- - Disfruta
el paisaje, nunca saldrás de la muerta hasta que llegue el principio.
La segunda señal fue una voz angelical que
decía.
- - Música,
sigue tu camino aún abra tiempo para conocernos.
Estas dos frases me alimentaban pues aún
seguía vivo.
La tercera señal vino en forma de olor, podía
sentir la fragancia sobre mi nariz, olía a naturaleza, realmente olía rico,
olía a muerte en su divinidad.
La cuarta señal la pude sentir sobre mi
lengua, sentía el sabor de la dulce comida, de los dulces, del aire, sentía el
sabor de la vida en mis pupilas gustativas.
La quinta señal fue presentada sobre mi
cuerpo, empecé a sentir el aire, el mar, el calor, el frío, sentí el roce de
otra piel, sentí la sensación que eriza la piel.
Esta puerta me había mostrado lo maravilloso
que es la vida, la manera en que debemos contemplarla, que la vida se siente
con la piel, se huele con la nariz, se saborea con la boca, se habla y se
ve, que la vida no es solo tiempo de respirar sino es el instante en el cual
uno está viviendo.
En esta puerta realmente no conocí la muerte, pero si tuve
la esencia sobre que es la vida. De repente el cuarto se volvió completamente
oscuro, me asuste, pero poco después se pintó de muchos colores y al instante
se pintó de nuevo y esta vez me encontraba en el cuarto del silencio.
Comencé a reír pues había aprendido mucho en
aquella travesía y ya estaba llegando a su fin, todas las puertas estaban
transparentes menos la puerta de la muerte, esa seguía opaca porque aún no era
mi tiempo de morir.
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