En un
mundo lleno de mentiras, hay que ir
acompañado de la verdad.
acompañado de la verdad.
Miré a mi alrededor y ahora solo quedaban
once puertas más, me dirigí lentamente hacia la puerta con el numero IV, me
acerque lo suficiente sin tocar la superficie de la madera y me di cuenta de
que aquella puerta era bastante diferente a las que anteriormente había
abierto, esta no tenía ni símbolos, ni dibujos, ni olor característico, pero
tenía una especie de recubrimiento que otorgaba poder ver más allá de la simple
madera, podía ver su interior, podía ver realmente las partículas de la madera
que le conformaban. Tomé la manija y esta vez no hubo resplandor alguno, ni
tampoco hubo mensaje o título de la puerta, se abrió tan normal que pude
observar que en el interior reinaba una masa oscura por todo aquel lugar, como
vi que no pasaba nada, entonces decidí dar un paso, cuando realice aquel acto
la puerta se cerró completamente, di media vuelta y ´pude ver a través de la
puerta el cuarto del silencio, y al poco tiempo sobre la puerta se dibujan las
letras con un resplandor dorado que decían.
- - La
puerta de la verdad.
Y debajo de ella la frase que la
caracterizaba.
- - La
sinceridad te da llaves, la verdad abre puertas.
Y al instante desaparecieron. La puerta
empezó a perder su transparencia, se fue haciendo cada vez más opaca, así en
tan poco tiempo perdió su color y me encontraba en la oscuridad, completamente
en un cuarto abismal donde reinaba la duda y las mentiras que guardaba en mi
alma. Comencé a caminar pero a pasos cortos pues temía caerme, pegarme o alguna
otra cosa pues era un ciego en aquel sitió. Entonces pronuncié lo siguiente.
- - ¡Hola!
Pero nadie contestaba, repetí el mismo acto
por un determinado tiempo, poco después comprendí que el mensaje de la puerta
era lo que debería de hacer en aquel sito para encontrar la salida. Dije.
- - Soy
Hadys, me he corrompido con el sexo y he renacido con el amor.
El cuarto inició con su metamorfosis pues se
hizo un poco más claro. Volví a decir una verdad.
- *Tenía
envidia de las personas felices y había adorado la lujuria.
Y de nuevo el mismo efecto surgió.
-
Nunca
me había enamorado hasta que conocí a Karina.
Y el cuarto poco a poco se fue iluminando,
entonces dije más verdades sobre mí, no podía mentirme más ya que la sinceridad
me daría la llave de la salida. Es cierto que saber nuestra verdad es muy
diferente a escuchar nuestra verdad, a veces sabemos lo que somos pero nos
hacemos tontos ocultando aquella sinceridad con pequeñas mentiras. Mientras
decía mis verdades el cuarto las repetía y eso penetraba tanto en mis sentidos
como en mi alma, estaba siendo sincero conmigo y aquello me sanaba.
Aquel cuarto oscuro se ilumino por completo,
estaba en un cuarto rodeado de espejos donde mi ser se multiplicaba de manera
proporcional, al principio me quede anonado por el hecho de las diversas
dimensiones que pude observar pero lo que más me sorprendió fue que cuando mire
al espejo frontal observé a la vagabunda
con la cual me había tropezado en la alameda, me tocaba el hombro en aquel
reflejo pero cuando miré a mi lado, no había nadie, entonces aquella ilusión se
propago en todos los espejos, en todos mis reflejos estaba la vagabunda aunque
en realidad o quizás físicamente no estaba a mi lado, siendo sincero todo
aquello de cierta manera me perturbaba, pero al instante el espejo frontal se
movía creando así una salida, sin pensarlo dos veces corrí hacia esa dirección
mientras podía ver en los demás espejos como la vagabunda sonría de una manera
enigmática. Llegué a la puerta y me libre de todos aquellos espejos que hacían
verme de manera tan compleja. Cuando llegué al otro
cuarto, el espejo se cerró bruscamente y escuche como los espejos del cuarto
anterior se quebraban al unísono, y de nuevo estaba en un cuarto completamente
oscuro. Entonces escuché.
-
Soy
Hadys, me he corrompido con el sexo y he renacido con el amor.
La voz sonaba algo cruda, de alguna manera
era yo pero con una voz más áspera.
-
Tenía
envidia de las personas felices y había adorado la lujuria.
Esta vez la voz se escuchó con sufrimiento,
arraigada a la garganta.
-
Nunca
me había enamorado hasta que conocí a Karina.
Siguió la voz repitiendo todo lo que
anteriormente había pronunciado, solo que esta vez no se producía la luz, más
bien se iba generando poco a poco un olor a podrido, un olor bastante
desagradable como si alguien estuviese muerto durante varios días. El olor se
propagaba más rápido, la voz se descomponía por cada frase, el tiempo en aquel
cuarto se me hacía eterno pues no me agradaba escuchar mis verdades dichas de otro ente, mi respiración fue más rápida,
mi temor fue creciendo hasta que por fin dijo la última verdad que había dicho.
Se obtuvo un prolongado silencio hasta que de nuevo escuche mi voz en aquel
cuarto en plena oscuridad.
-
¡Soy
Hadys!
Una voz demasiado tenebrosa para aterrarme, pero el cuarto se empezaba a iluminar.
-
¡Soy
Hadys!
De nuevo ocurrió lo mismo, la maldita voz y
la luz se propagaba más.
-
¡Soy
Hadys!
Fue entonces cuando todo el cuarto se ilumino
y descubrí el origen de aquella voz tan parecida a la mía pero de alguna manera
corrompida. El cuarto estaba formado por seis espejos que me rodeaban, en ellos
podía ver mi imagen y suponía que era mi reflejo quien me hablaba, me moví en
busca de una salida pero en aquel acto me di cuenta de que el reflejo seguía
estático, es decir; no eran totalmente mi reflejo más bien era yo a través del
espejo. Intente tocar mi reflejo pero el vidrio me lo impedía, y a pesar de que
estaba solo en aquel lugar, el olor a podrido se hacía cada vez más y más
denso, no soportaba aquel olor que quemaba las vías respiratorias. Me quedé
estático buscando alguna respuesta pero no llegaba
nada, a medida que pasaba el tiempo me fui percatando que mi reflejo iba
cambiando perturbadamente, puesto que su cara se empezaba a desfigurar, las
moscas le rodeaban, salían de sus orejas larvas y tenía pus por toda la piel,
la lengua quemada y un ojo a medio salir, el pelo se le caía y el rostro cada
vez se pudría más. El olor se fue propagando con mayor velocidad hasta que
quedo completamente impregnado en aquel lugar, la luz se fue haciendo de nuevo
más opaca y se iba nublando aquel sitio, yo sentía miedo, sentía asco hacia el
olor y hacia mi reflejo, no soportaba ver la imagen de mi alma en aquel vidrio,
de pronto la luz se acabó y se escuchó un estruendo horroroso, un grito de
terror.
-
¡Ahhh!
Tenía miedo, tenía miedo del reflejo, de mí,
de mi alma, tenía miedo de conocerme y ese espejo me mostraba la verdad de
quien soy. De pronto se comenzaron a escuchar golpes en los espejos, como
aquella persona que quiere salir de un cuarto con desesperación, yo me quede
quieto ya que si me movía hacia algún extremo podría sentir el espejo y eso me
pondría en peligro contra mi reflejo puesto que podía sentir la sed de
venganza, de odio que tenía contra mí. Yo también tenía aquel sentimiento a
pesar de estar completamente asustado, también quería matarlo como él a mí,
también quería desaparecerlo…
Pues él era la verdad de mi alma y yo era su
Dios, puesto que yo lo había creado, pero no podíamos asesinarnos pues uno
dependía del otro de manera simultánea. Se volvió a escuchar el gemido tan
espantoso al otro lado del espejo.
-
¡Ahhh!
Entonces por el miedo, por el odio hacia mi
alma, me aventé contra el espejo frontal y aunque no lo veía lo empecé a
golpear aunque los impactos iban hacia el espejo, aquel cuarto se llenó de un
sonido irregular de golpes al vidrio, sentía mis puños sangrar pues estaban
húmedos y no sabía si era realmente sangre o solamente sudor, el apeste a
podrido y a hierro se fundían en el cuarto, no sabía que hacer pero me
encontraba desesperado. Y de pronto escuché la voz más hermosa del mundo.
-
¡Hadys!
Era la voz que había conocido en la puerta
del amor, era la voz de Karina la que pronunciaba mi nombre. De nuevo escuché
mi nombre.
-
¡Hadys!
Pero esta vez era una voz diferente, una voz
angelical debo admitir que ya la había escuchado pero que no la había reconocido. En aquel momento el cuarto se
iluminaba y de nuevo se oscurecía, era intermitente aquella luz de manera espectral, pero cuando vi el reflejo entonces
me di cuenta que él se había calmado como yo, gracias a esas voces, a mi lado
izquierdo estaba Karina tomándome del hombro y sonriendo, a mi lado derecho
estaba la vagabunda que había conocido en la alameda, de igual manera estaba
sonriendo. Todo aquel acto de violencia de pronto ceso de manera fúnebre. Karina
sin pensarlo dos veces abrazó a mi reflejo y la vagabunda acompaño aquel acto,
no sabía cómo tomarlo puesto que sentía celos de mi reflejo, sentía que me
quitaba lo que más me importaba pero al mismo tiempo sentía que ellos estaba
destinados a estar juntos sin saber motivo, razón o circunstancia. Le soltaron
y entonces mi reflejo se iba purificando poco a poco, todo aquello que una vez
le había manchado se había desvanecido, entonces la luz se iba propagando cada
vez más hasta que poco a poco fueron desapareciendo Karina y la vagabunda, en
aquella puerta ellas me habían ayudado directamente a contemplar la verdad, a
aceptar mi alma con todo sus defectos pero al mismo tiempo me hicieron
purificarla, me hicieron ver que mi alma podía limpiarse aún después de haberla
ensuciado incontables veces. Me sentía dichoso de poder estar ahí con aquellas
personas que realmente me importan, me sentía pleno de haber visto mi alma
limpiarse. Entonces de nuevo solo era mi reflejo limpio y yo, ambos sonreímos
pues nos dimos cuenta que saber la verdad de nosotros implicaba una felicidad
mayor, un plus al amor hacia uno mismo. En aquel momento me encontraba feliz al
igual que él, nos habíamos entendido y eso hacía que fuésemos los mejores amigos, ¿qué más puedo pedir de amigo si
tengo a mi alma a lado?, era lo que pensaba, entonces sonreí y poco después
comencé a reírme pues al final de todo, nunca podría abandonarme y mucho menos
cuando mi alma estaba ligada completamente a mí, camine hacia él lentamente y
él camino a mi dirección, cuando llegamos al espejo nos abrazamos y aquel
cristal desapareció y así mi reflejo se fundió conmigo. De nuevo era Hadys en
cuerpo, alma y corazón. Aquella energía penetró en mi cuerpo y fue así como
entendí que estaba completo y que nada me hacía falta, después desapareció
aquella sensación de energía y fue cuando me di cuenta de que me encontraba de
nuevo en el cuarto del silencio.
Suspiré y empecé a reflexionar sobre el
aprendizaje que me había otorgado aquella puerta. La sinceridad debe habitar en
nosotros para que así jamás lleguen las mentiras a perturbar nuestra alma, si
uno es sincero entonces recibirá sinceridad, mis padres fueron sinceros, mis
amantes con las cuales jugué eran sinceras, algunas personas a mi alrededor
eran sinceras, y yo no lo aprecié, en cambio les di puras mentiras, algunas
piadosas y otras cínicas. Pero de algo estaba completamente seguro, la
sinceridad realmente abre muchas puertas, es la llave para abrir el corazón de
otra persona.
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