La
musa: el inicio de un nuevo mundo.
Caminé en dirección de la décima puerta, fui
lentamente, no tenía prisa y temía que fuera otra puerta tan poco atractiva
como por la cual acababa de pasar.
Llegué a la puerta y la contemplé.
Era una puerta muy compleja, sus decorados
eran sencillos pero mostraban algo más, eran decorados que si mirabas el centro
de la puerta hacía que se distorsionara la vista creando así una pintura sobre
el cuarto del silencio con sus catorce puertas. La puerta de alguna manera
extraña me atraía, esos decorados sencillos que presentaba y al mismo tiempo abstractos me hacían perderme, me hacían
inspirarme, era como ver una obra de arte plasmada sobre aquella superficie, no
había experimentado una emoción como está en las demás puertas, era algo nuevo,
fascinante y sobre todo reconfortante.
Mientras contemplaba el arte me hizo recordar
de nuevo a Joaquín, yo siempre fui un amante del cubismo pero él en todo
esplendor prefería el surrealismo, siempre opinábamos sobre cada arte pero
nunca discutimos ya que cada obra fue creada en un tiempo diferente, una
ideología diferente, por personas diferentes y nuestro papel era admirar más no
criticar.
Sonreí un poco y me di cuenta que me
encontraba en un mundo completamente surrealista donde Joaquín posiblemente
podría ser feliz, era cómico ver como todo lo que me pasaba de alguna manera ya
lo había vivido pero nunca lo había contemplado como tal. El principio del arte
después de todo era sentir más no entender.
Tomé la manija de la puerta y espere a que
algo mágico pasara pero en esta ocasión nada sucedió, la circunstancia en la
cual me encontraba se volvía más enigmática. Pero en breve, el cuarto del silencio que estaba tallado
sobre la puerta se deformo y comenzó a tomar una nueva forma. Apareció el
nombre de la puerta debajo del número X.
- - La
puerta del arte.
Seguido de la instrucción.
- - El
arte es un sentimiento plasmado.
Me dio mucha alegría saber que no era un
pecado, en vez de tener miedo tenía una emoción inigualable. Me di cuenta que
la puerta no se abría, miré hacia atrás y seguía en el cuarto del silencio,
realmente era una puerta y un obstáculo muy complejo. Observé de nuevo el
tallado de la puerta y ahí estaba la puerta del arte, una puerta igual que a la
que tenía frente a mí. Tomé la manija que se encontraba tallada dentro de
aquella puerta y entonces me trasladé a otro mundo,
un mundo diferente en el cual pensé que encontraría todas las obras de arte
pero grande fue mi decepción ya que no había nada en aquel mundo, más que un
mundo, era un cuarto de seis paredes contando el techo y el piso, todas las
paredes completamente blancas como los cuartos de los manicomios. No había ventanas y mucho menos puerta, la
iluminación de aquel cuarto provenía de otro lugar debido a que tampoco había
fuego, lámparas o algún aparato que pudiera alumbrar y realizar que mi vista
obtuviera las imágenes necesarias. Me encontraba en un cuarto solo sin saber
qué hacer. Por un momento debido al confinamiento del cuarto pensé que me
quedaría sin oxígeno, entro el pánico sobre mi cuerpo pero al mismo tiempo se esfumo porque nada podría ser peor
que las puertas de los pecados o por lo menos eso pensaba.
Comencé a caminar sobre aquel cuarto, iba de
un extremo a otro extremo, brincaba, gritaba, hablaba, tocaba las paredes,
hacía de todo un poco para causar algún efecto en aquel mundo pero nada pasaba,
realmente no había nada, no se podía hacer nada y en aquel lugar la magia no se
presentaba como en los otros mundos. El tiempo paso y entonces caminé hacia una
pared, me detuve enfrente de ella y cerré los ojos para recordar lo que había
visto en la puerta sobre todo en la frase que siempre me daba pistas para poder
salir de aquel lugar, pero igual que el arte este cuarto era complejo y
descifrar un enigma costaba más de lo que la gente pensaba, realmente aún ni
iniciaba mi travesía en ese cuarto y creo que fue en el que más tardé puesto
que el arte se debe tomar con demasiada calma. Una cuestión surgió en mi
cabeza.
- - ¿Aparte
de los manicomios, qué otros cuartos son iguales?
Entonces pensé, pensé y de nuevo pensé pero
no encontraba respuesta alguna a la incógnita que me había propuesto… Ahí
estaba la respuesta, realmente no había respuesta para mi incógnita, no había
respuesta para el arte, no había respuesta para el cuarto, entonces seguí
pensando buscando más pistas, pensando en cómo partir de la nada para poder
salir de aquel elocuente cuarto y de pronto un recuerdo me vino a la cabeza, un
recuerdo de un borracho que me había dicho una frase en algún bar del centro.
- - No pienses,
eso es malo. El arte no se debe pensar, el arte se siente, se vive, se nace.
Entonces había entendido que no podía hacer
nada realmente, el cuarto blanco no era la incógnita, la incógnita era que iba
a nacer de aquel lugar, la paz, la nada es el inicio de todo descubrimiento, el
cuarto era la nada, y de la nada nace el arte.
Los escritores cuando escriben no piensan en
nada, todo lo que escriben son palabras que salen de su cuerpo, de sus
entrañas, de su interior, no hay más, no hay menos.
La representación de este cuarto no me daba
la fuerza necesaria para salir hacia la otra puerta, cerré los ojos de nuevo y
entonces dejé mi mente en blanco pero aun así la inspiración ni la musa
llegaban a mí. Al notar que no pasaba nada, abrí los ojos y entonces algo había
pasado, cambio la base del cuarto, en el piso ya no había color blanco, más
bien estaba pintado un mural en el cual representaba el pueblo donde venía, ahí
estaban las personas que alguna vez conocí, la iglesia, el pueblo, las montañas
a lo lejos, el parque donde conocí al primer amor de mi vida, todo formaba
parte de un mural artístico, todo lo podía ver desde otro ángulo, todo lo podía
ver artísticamente. Pero todo eso venía de una persona plasmada, era yo cuando
estaba chico, era yo en la sala pintando mis manos sobre el piso, sobre el
cuaderno, sobre lo que sea, era un pintor desde nacimiento y hasta la fecha el
arte de la pintura me atraía.
Esa fue la primera obra de arte que realicé y
aunque no tuviese sentido alguno lo había creado desde el fondo de mi corazón,
ese era el principio del arte.
Me alegré al darme cuenta que ya había
avanzado por lo menos en aquel cuarto, comencé a caminar hacia otra pared y
entonces un mural más aparecía, esta vez era la ciudad de México plasmada,
desde un ángulo donde podía observar los edificios del centro, la torre latino,
el palacio de bellas artes, la alameda, desde
una perspectiva área pero también se podía ver mi cuarto, podía ver a Hadys
incendiando su libreta de poesía cuando acababa de cumplir sus veintitrés años, veía
como le decía adiós a sus sueños que se iban volando con las cenizas.
Había olvidado realmente que era yo,
realmente mi pasado ya no me afectaba, había olvidado que había crecido con el
arte, que la escritura es la agonía del alma, me había perdido en mis propios
vicios y no había respetado el arte de vivir. Seguí caminando y entonces otra
pared más se hizo mural, esta vez fue la superior es decir el techo comenzaba a
presentar la siguiente obra de arte.
Los murales anteriores me habían mostrado el
inicio de mi arte, y el final de mi arte al quemarlo, entonces este nuevo mural
no representaba paisaje alguno, era más abstracto, más complejo, podía ver el
cielo pero también se observaba el infierno, se veía fauna y flora, pero
también había desierto, tenía los cuatro elementos naturales en la dirección de
la rosa de los vientos, realmente no
sabía que mostraba este cuadro, era muy complicado de analizar, no podía sentir
su esencia, no podía ver más allá de mis ojos.
Me dispuse a ver el mural desde otro ángulo y esta vez lo que pude ver
fue algo terrorífico, veía mi muerte, me encontraba sobre un escritorio
totalmente inmóvil, mi cabeza sobre la mesa, mi mano con una copa rota de vino
y la otra mano sostenía una pluma, la tinta se había derramado por algunas
hojas, los libros totalmente desechos, rotos, todo el lugar estaba tirado
completamente, la sangre se mezclaba con la tinta, era la muerte de Hadys, era
mi muerte y no sabía cómo debía reaccionar ante esa imagen espectral
que tenía. No sabía realmente si era mi futuro pero si así era entonces debía
cambiarlo, el miedo invadió mi cuerpo, me invadió de una manera contagiosa,
como una enfermedad que fermenta mi alma. Me fui unos pasos hacia atrás por el
impacto de la impresión, el sudor escurría por todo mi cuerpo y entonces cerré
los ojos para tranquilizarme, para pensar en otras cosas, para escapar de ese
mundo e irme al mundo de mi imaginación.
Esto era muy diferente al pensamiento que
tenía, realmente no le tenía miedo a la muerte como mucha gente, pero si le
tenía miedo a la manera en que moriría, era muy perturbador todo aquello que
vi, entonces supuse que no hay persona en este mundo que puedan ver su muerte
de manera tranquila aunque fuese una simple obra de arte.
Entonces pensé que la muerte también es una
obra de arte creada desde la nada para desaparecer todo, abrí los ojos después
de tranquilizarme.
Estaba rodeado de tres murales, en el piso,
en mi costado izquierdo y en el techo, cada uno representaba el inicio, la
huida y la muerte del arte, cada uno representaba, el pasado, el presente y el
futuro, cada uno representaba cosas importantes en mi vida. Las únicas que
seguían blancas eran las faltantes, comencé a caminar hacia enfrente para ver
si algo aparecía pero no fue así hasta que toque la pared, una vez
tocándola algo se dibujó sobre la pared con tinta que decía.
- - ¿Cuál
es tu meta? Habla con el sentimiento y no en la mente.
Me puse a pensar en aquella cuestión ya que
nunca antes había hecho planes de mi vida, nunca antes me había sentido tan
lleno como hasta ahora, antes me sentía vacío y por ende no tenía meta alguna. Quizás
mi meta era superarme en la vida pero eso estaba en mi mente y realmente no
servía porque no lo sentía.
Me coloque enfrente de la pared, deje toda mi
mente en blanco y trate de tranquilizarme para así poder lograr alcanzar la
inspiración necesaria para proyectar la meta que debía de sentir desde el alma.
Comencé a mover las manos como si estuviera
pintando algo, aún tenía los ojos cerrados pero mi cuerpo se movía solo, era un
títere en aquel momento, realmente la inspiración surgía desde mi alma, de mis
poros salía la fragancia, de mi corazón salía el arte, todo era una mezcla en
la nada para lograr todo, me sentía vivo pero al mismo tiempo me sentía muerto,
estaba resucitando poco a poco, entonces acabe de mover mis brazos y lo primero
que hice fue abrir los ojos. En aquella
pared había un mural nuevo, realmente no entendía como había hecho eso si no tenía pintura y ningún instrumento, mucho
menos experiencia, realmente no sabía que pensar de aquello, solo sentía que
aquel era mi sentimiento transmitido en ese preciso momento.
El cuadro era una mezcla de colores, de
rostros tristes, de acuarelas por todo el lugar, era una imagen surrealista de
la cual desde otro punto de vista, podía verme ahí en bellas artes pintando la
ciudad, podía verme en la alameda escribir libros mientras veía a la gente
pasar, veía en Coyoacan recitar poemas a los enamorados, todo aquello
representaba mi sueño, todo aquello realmente era mi meta, el amor al arte.
Realmente mi meta era realizar arte,
transmitir mi sentimiento a todas aquellas personas que estaban a mi alrededor,
tenía que conquistar al mundo con el alma y no con la mente, esa era mi meta,
mi sueño, mi ilusión, entonces al terminar de contemplar ese cuadro me había
dado cuenta que me había conocido un poco más. Después de todo, el arte era
parte de mi vida.
Caminé hacia la pared que se encontraba a mi
derecha, llegué y suspiré para saber que tenía que hacer en esta ocasión, tome
el valor suficiente y toque la pared blanca. Al igual que el mecanismo anterior
esta derramó tinta y formulo una pregunta.
- - ¿Cuál
es tu inspiración?
Entonces comencé a pensar que toda obra de
arte nace de la inspiración, de la musa, de algo cotidiano
que penetra el alma del artista para colocar sus misterios sobre un objeto,
pero realmente… ¿A mí que me inspiraba? ¿Por qué podía hacer arte?, hace un
momento había hecho un mural desde la nada, pero ahora no entendía de donde
surgía ese misterio, y por más pensaba no lograba obtener algo concreto así que
simplemente inicié a descubrir más de mí.
Cerré los ojos y esta vez descubrí que tenía
que estar totalmente tranquilo, realmente la tranquilidad es la esencia de
muchas cosas, para crear arte, para tomar decisiones, para controlar emociones,
realmente el estar tranquilo representa un punto inerte entre el entorno y el
mismo ser, entendía que todo surge de la tranquilidad porque la tranquilidad es
una corriente que te lleva hacia tu propio camino.
Volvió a pasar el mismo efecto, mis manos se
meneaban como si fuese un títere, pero esta ocasión fue diferente a las demás,
esta vez escuché susurros a mi oído, una especie de ventisca, algo que me
guiaba y me decía.
- - Te
quiero hijo.
Poco después.
- - La
verdad está en ti.
Y por último.
- - Karina.
Aquellas voces entraban al cuarto de una
manera extraña ya que no había ventanas, pero aquellas palabras eran la
inspiración que radicaba en mi interior, era un loco como aquellos artistas que
escuchan voces cuando hacen las obras de arte. Seguía escuchando voces y seguía
naciendo el arte, era una manera diferente de ser, era un loco insensato sin
camisa de fuerza, quizás los esquizofrénicos son los mejores artistas del mundo
que aún no valoramos.
Me perdí tanto en la inspiración que no me di
cuenta que había terminado de moverme, que había terminado de pintar grandes
cosas, entonces podía sentir que estaba acostado sobre el piso y no sabía si
abrir los ojos, tenía una incertidumbre de ver lo que me inspiraba, pero al
mismo tiempo sentía el miedo de descubrir algo más pues me había quedado claro
que ni yo mismo me conocía como tal.
Posiblemente no todo el mundo se conozca o
posiblemente se mienten pensando que se conocen y cuando descubren realmente
quienes son, se matan. Abrí mis ojos con miedo a suicidarme y ahí estaba
pintado aquel mural dividido en tres partes, en tres palabras que me habían
susurrado.
Mi primera inspiración era mi familia, lo que
había en aquella parte del mural era mi padre, mi madre, y el tren en cual nos accidentamos, de ahí partió mi primera obras
de arte hasta que un punto sufrí la metamorfosis de la segunda parte del mural,
esa parte tenía pintada las catorce puertas en el cuarto del silencio, tenía
también como había llegado a descubrir aquel inquietante mundo, no sabía cómo
sentirme al respecto, realmente esa era mi inspiración del presente y comprendí
que toda esta irracionalidad iba a crear grandes problemas mentales, pero
también sabía que esto iba creer una
metamorfosis en mí para el futuro. En la tercera parte aparecía Karina con la vista
perdida al cielo, estaba sobre la lameda y yo la contemplaba, era hermosa, era
un ángel que me había abierto las puertas del amor, por la cual había logrado
salir de la mayoría de mis obstáculos y por la cual empecé a creer en el
sentimiento, ella era mi inspiración, mi mundo, pero sobre todo era mi arte.
Por ella inicié este viaje.
Ahora solo faltaba una pared más, la última,
hace poco tiempo todo aquel cuarto era blanco, era virgen para los artistas,
pero ahora parecía estar en un mundo irracional, estaba rodeado de arte y todo
eso llenaba de alegría mi alma, realmente había hecho un gran trabajo en aquel
mundo y no me arrepentía absolutamente de nada, todo era fantástico, todo era
emocionante, todo era tan real que no quería salir de ahí.
Comencé a caminar hacia la última pared,
estaba seguro que me formularía una pregunta compleja, después de todo es la
única pared virgen que quedaba en ese mundo. Miré de nuevo aquel cuarto, mi pasado, mi presente, mi
futuro, mi inspiración, mi nada, era tan elocuente conocerme más.
Tomé el valor necesario y toqué la última
pared, se regaba tinta al igual que las demás para formular la siguiente
pregunta que decía:
- - Inspira
la salida.
Entonces esta vez no era una pregunta, más
bien era una orden. Volví a cerrar los ojos y dejé que de la nada llegara la
inspiración, después pensé en mi presente y recordé como era la puerta del arte
antes de abrirla y fue entonces como comencé a moverme como un títere que lo
manipulaba un loco. Recordé el tiempo que llevaba en aquel cuarto, pero no
sabía si era mucho o poco, debido a que no veía el sol o la luna, debido a que
en cada puerta el tiempo sigue siendo relativo como en mi mundo. Me perdí por
un momento en mi pensamiento y después me di cuenta que ya me había dejado de
mover, eso solo significaba que ya había terminado el último mural y que por
ello podía salir de aquella parcialidad del mundo que exploraba.
Abrí los ojos lentamente y ahí se encontraba
la puerta del arte, di media vuelta y di el último vistazo a la obra de arte
que había creado y confirmaba mi amor por los artistas, confirmaba mi amor por
el sentimiento, confirmaba mi amor hacia lo que soy, voltee a la puerta del
arte y entonces tomé la manija y la abrí.
Todo el arte que había hecho lo había dejado
allá atrás, sin embargo, todo aquel arte me pertenecía, era mío y simple lo
tendría plasmado en mi espíritu, había comprendido que solamente el artista
puede comprender lo que sintió en cada momento de su arte, pase la puerta y de
nuevo me encontraba en el cuarto del silencio.
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