Una charla.
Paso de un lado a otro, algo muy parecido a un duendecillo; duende con
melodías de invierno y poesía de verano, duende loquillo como un unicornio
aprendiendo a trotar.
Paso de un lado a otro pronunciando con su voz chillona:
“Neta, te aburres bien rápido.”
Acompañado de aplausos y de un swing muy peculiar…
Ay duendecillo, duendecillo que me conoces lo suficiente y me ignoras
lo necesario, vamos a dormir, comamos pan y leamos a la estrella fugaz.
Entonces…
“Eres impulsivo.”
Dijo la bola blanca que se encontraba pegada en el cielo.
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