domingo, 29 de noviembre de 2015

Capítulo 5: Hadys y la esencia de la vida.

La base, la primera puerta.


En aquel momento la puerta reflejo un resplandor y lo que era una puerta normal y común se transformaba en algo mágico, la puerta se teñía de color rojo sangre, la manija cambiaba a una  forma de corazón y en el centro de la puerta aparecía un corazón del cual surgían cinco caminos diferentes, un camino llegaba a una cruz, el otro camino daba a una madre con un bebe en sus brazos, el otro a el signo masculino entrelazado con el femenino, el otro hacía el corazón dentro de una persona y el final era un corazón rodeado con el símbolo de infinito. Aquellos cambios me sorprendieron pues yo solamente esperaba una puerta normal que pensaba abrir, pero no era tan normal como pensaba y la  puerta daba una metamorfosis indiscutible. Pero por si fuera poco, la puerta siguió evolucionando, ya que abajo del número salían unas palabras que decían.

-     -      La puerta del amor.

Se podía leer muy bien a pesar de que estaba en manuscrita y debajo de ella se formaba otra frase más.

-        -   ¿Qué es la base del todo? Muchos dirán la nada, pero la nada es ausencia y la base no puede ser ausente, entonces descúbrelo.  

Una frase muy enigmática para mis gustos, para mi delirio, para mi pequeña locura.

Tomé la manija para abrir la puerta, pero en el momento en que mi mano rozo la superficie,  mi cabeza empezó a dar vueltas, me sentía mareado, demasiada adrenalina pasaba por mi cuerpo y por ende cerré bien los ojos, tomé con más fuerza la manija, sentía como el mundo se movía, sentía como el universo viajaba a una velocidad impresionante. Cuando paso el efecto, entonces abrí los ojos y para mi sorpresa ya no estaba en el cuarto del silencio, esta vez me encontraba en otro sitio, no sabía cómo había llegado ahí pero me inquietaba un poco.

Aquel lugar era en palabras reducidas un paraíso; había árboles frondosos con grandes frutos por doquier, también existían animales por todos lados, se sentía la libertad de ellos, la ausencia de sed de sangre, el cielo estaba azulado y las nubes completamente blancas, se podía sentir los rayos del sol, la radiación transfería el calor hacia mi cuerpo, se sentía fresco aquel sitio, también a lo lejos se podía observar una especie de lago y se veía en la superficie del lago un resplandor del sol, por ende ese lago era totalmente de un agua eficazmente cristalina, era extraño, pero me sentía tan bien en ese lugar, tan pleno, tan feliz, tan alegre, como si todas mis emociones se desvanecieran y estuviese en un sitio donde solo habita la felicidad. Después de admirar aquel lugar empecé a buscar la puerta por donde se suponía que había entrado, pero no estaba por ningún lado. 

Camine despacio hacia diversos rumbos en busca de alguna salida, pero a donde me dirigía no hallaba nada, solo me sentía bien y cada vez me sentía mejor, era extraño sentirme amado en una tierra donde no había humanos o civilización vigente, me sentía enamorado, amado y podía disfrutar de aquel sentir. Me deje llevar por el sentimiento y entonces comencé a caminar hacia el lago que había visto hace un momento, pero mientras caminaba fui observando el bello lugar que nunca antes había imaginado que existiese, pero ahí estaba yo,  pisando aquel bello césped, la tierra, era naturalmente bello aquel lugar. 

Una vez que llegue al lago observé y  pude ver mis ojos cafés como eran penetrados por los rayos del sol que se reflejaban, pude ver mi alma perturbada que poco a poco sanaba, también la tez pálida de mi piel estaba limpia, y eso era raro puesto que había corrido, sudado, había tomado tierra, entre otras cosas más pero mi piel, más bien yo, estaba completamente limpio, tanto físicamente como emocionalmente. Lo que más me impresionaba a parte de la limpieza, era la manera en que sonreía, nunca antes había vuelto a sonreír así y esta vez era tan mágica  mi sonrisa que no pude evitar sentirme tan pleno en aquel momento, quizás nunca me había sentido tan pero tan feliz y ahora no sabría cómo explicarlo.

Estaba tan maravillado que me hinque sobre el lago, y rocé la tensión superficial del agua para así después crear ondas, estás ondas alejaban a los peces a lado contrario de mí, pero también otros peces se acercaban,  era tan bello esta sensación, este sitio, estos animales que convivían con el ser humano. Todo era de alguna manera tan esplendido que no había palabras en la tierra o poeta que pudiese describir esta emoción, suponía que eso era el amor, la ausencia de palabras y el porvenir de infinitas emociones. 

La ausencia de maldad hacía del día tan gratificante, los animales que para mí eran salvajes en ese lugar eran totalmente dóciles, no me les acerque porque estaban demasiado lejos pero podía notar la paz que radicaba en el interior de cada quién. Y no solo ellos carecían de maldad, hasta yo me había drenado tanto que el odio en mi interior desapareció conforme pasó el tiempo.

Si tan solo el padre Orlando estuviese aquí, entonces afirmaría que existe el cielo, claro sin Dios ni ángeles, al igual que doña Jacinta se sentiría plena por todo lo que ha hecho, he inclusive Soledad podría dejar de sentirse vacía, sin olvidarme de Joaquín que no tendría palabras para describir las sensaciones.

Decidí acostarme debajo de un árbol, en el verde pasto y tomar un descanso bien merecido, tenía que recuperar energías por todo lo que había sucedido y me había olvidado de los problemas que afrontaba hace algunos momentos. 



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