lunes, 23 de noviembre de 2015

Capítulo 3: Hadys y la esencia de la vida.

¿Qué es la soledad?



Aquella mágica voz me sorprendió, pero la ignoré por completo, sabía que esa voz no era maligna.
La naturaleza tiene esa característica, nunca ha sido mala, solo se ha defendido de la humanidad.

-         -  ¡Hola!

Escuché un susurro que al principio sin duda alguna pensé que se trataba del árbol, pero no era así, ya que la voz era diferente, ese saludo que escuche solo era producto de mi imaginación, de la necesidad de tener a alguien con quien expresarme.

-         - ¡Hola!

Esta vez la voz se distinguió más, ese sonido me transmitía emociones contrarías a la voz del árbol, el árbol se comunicaba por medio del viento, su voz era áspera como la de los sabios, pero esta nueva voz, tenía un toque infantil, se podía distinguir la melancolía con la que me hablaba, también la felicidad de haberme encontrado, era una mezcla de dos emociones contrarias únicas de un ser.

-       -   ¡Hola!

Al tercer saludo voltee y para mi sorpresa  ya no estaba solo, frente a mí había una persona, una chica muy linda. Tenía el cabello tan largo que le llegaba a la altura de sus pechos, su pelo era totalmente negro, pero el fleco que caí por su frente era de distinto color, rosa, a pesar de que tenía lentes sus ojos eran de un café acaramelado, el color de su piel  morena clara, como la arena que hay en la playa. Era una joven delgada que tenía una estatura por arriba del promedio, tal fue el impacto de su presencia  que me quede sin habla unos instantes y ella notó que me había perdido en el impacto de conocerla, por el cual volvió a saludarme.

-         - ¡Hola!

Colocó ambas manos detrás de ella como esperando la contestación, me percaté de lo estúpido que parecía el no decir nada y contesté con nerviosismo, tartamudeaba por la sorpresa que me había llevado.

-         - ¡Ho…Hola!

Mi nerviosismo era tan frenético que no pude controlar el nivel de mi voz y aquel saludo  fue un grito. Una emoción que no podía controlar al ver aquella chica que a pesar de ser linda no parecía feliz pues en su rostro solo se veía seriedad, en sus ojos notaba tristeza y su aura transmitía depresión, a pesar de verla físicamente me seguía sintiendo solo.

-          -Me llamo Soledad.


Suspiró por un momento, como si le costara aceptar lo que tenía que hacer.

-         -  He venido por ti, soy la encargada de llevarte más allá de tu pensamiento errante.  Prepárate, puesto que todo lo que has aprendido debes unificarlo para poder salir.

En su rostro no había expresión alguna, hablaba con seriedad y no podía distinguir los cambios emocionales que proyectaba.  Contesté de manera educada y tratando de tranquilizar mis emociones.

-         - Me llamo Hadys, es un gusto conocerte.

Me acerqué a ella para tenderle la mano, pero se alejó de manera repentina como si me tuviese miedo, como si algo malo pudiese pasar. Antes de hacerle las preguntas necesarias quería saludarle de manera educada pero no se dejó. A lo que ella me contesto.

-      - ¡Lo siento! Me agradaría poder saludarte, pero no puedes tocarme… Soy la soledad personificada y créeme que la experiencia que puedes tener al rozarme será peor que todo el tiempo que has estado en este espacio.

Inclusive cuando decía lo siento no reflejaba ninguna emoción, y admití que aquella advertencia me causo un escalofrío que me hizo olvidar completamente de las dudas que tenía. Pero una cuestión me surgió de las palabras que me había dicho.

-      - Entonces… ¿Eres de aquí? Eso es imposible, no puedes pertenecer a este lugar donde los árboles hablan y donde la gente no existe. ¿Qué eres?, es una broma ¿cierto? No puedo seguir con este espectáculo.

El nerviosismo y el miedo se apoderó de nuevo en mí, ella había mencionado que era mi guía, también que era la soledad personificada y que por ello no podía acercarme, entonces sabía que no estaba en el mundo a cual pertenecía, estaba en otro lugar, en otro universo. ¿Qué puedo hacer?, era la pregunta que me formulaba, mis palabras eran vacío y ella  me observó contestando.

-       - Tranquilo, no debes desesperarte. Yo seré tu guía y te llevaré por el camino correcto pero de ti depende si pasas o no las puertas que abrás.

No podía seguirle el juego de lo que decía, no podía procesar bien toda aquella información que de sus labios emanaba. Me le acerqué ignorando la advertencia y de nuevo se echó hacia atrás pero esta vez en vez de hablar con tranquilidad, me grito…


-         - ¡Alto! Si me tocas te quedarás en el abismo por siempre.

Su primera palabra sonó tan feroz, como si una bestia habitara dentro de ella, eso me hizo quedarme quieto y mirarle, quería descubrir cómo salir de ahí para llegar a mi casa y dormir. Ella se dio cuenta de que estaba asustado, de que era un simple humano perdido en algún lugar de aquella gran galaxia, ella notaba que me encontraba desesperado y perturbado, por el cual de nuevo hablo, pero esta vez como las ocasiones anteriores, con seriedad.

-      - ¡Lo siento! No quería asustarte, quisiera comprenderte pero no soy humana, no vengo de tu mundo porque soy tu mundo. Pero sabes, no puedes tocarme porque entonces te sentirás más perdido de lo que ya estas, deberías seguir mis consejos y dejar de estar de necio.

La escuché con atención y traté de ignorar todos los factores que me habían hecho llegar hasta este punto. Así que las cuestiones primordiales las mencione.

-      - No, no te preocupes, yo lo siento… Pero podrías decirme ¿dónde estoy? ¿Qué hago aquí? ¿Es un sueño?

Formule más preguntas, pero solo me importaba una, salir de aquel lugar y  la verdad de lo que estaba ocurriendo. Me dejé llevar por mi incertidumbre y pregunté de más a lo que ella contestó.

-        -   No, no es un sueño ya que todo esto es parte de ti.

Señaló a su alrededor y yo desvié la mirada hacia su mano, pero para mí era solo la Alameda con niebla y sin gente, seguí escuchándola.

-         - Estas en todos lados, pero en éste momento estas aquí, esté es tu instante indefinido. Realmente eres un Dios sin ser Dios, simplemente no te confundas más de lo que estás y sigue tu camino, después de todo yo seré quien te lleve a la salida.

Cuando escuché las últimas palabras ignoré todo lo demás que había mencionado, quería solo irme, largarme y jamás volver estar en ese jodido universo. Es complicado estar en un lugar donde todo es tan extraño, era como si estuviese en la mente de un loco y aquella personificación sería la conciencia pero era más abstracto que aquello. Sinceramente después de lo que me dijo me tranquilicé, me relajé e incluso suspiré porque mi tensión se había ido, había desaparecido como todas las preguntas que hace un momento me atormentaban.

-          - Sígueme.

Me dispuse a seguirla, no hice pregunta alguna durante el primer trayecto del camino, no quería entrar en más pensamientos sin salida. Al principio caminamos hacia el centro de la Alameda, por un camino estrecho y poco a poco nos fuimos colando hacia la parte de los árboles pero ahí fue lo más asombroso que paso, los árboles cada vez se multiplicaban y se hacían más frondosos, por un momento miré hacia atrás pero ya no veía el punto inicial, realmente habíamos avanzado un poco pero ya me encontraba en otro lugar, otro lugar que no pertenecía a la ciudad. Era una especie de bosque, también vi algunos animales nocturnos, como búhos, ratones, entre otros más. Pájaros se nos quedaban viendo y después volaban, era fascinante aquel lugar a pesar de que no sabía dónde me encontraba, apreciaba la naturaleza que me rodeaba pues eran los amigos que nunca pensé tener. A pesar de que seguía a Soledad, no podía verle la cara solo le veía la espalda, aquella entidad era muy extraña, no la comprendía como tal pero sentía pena por ella, estar sólo es doloroso pero es más doloroso no estar solo pero tampoco poder acercarte a alguien. Nunca he creído que la soledad sea mala, hasta cierto punto la soledad es una buena acompañante de rato más no de vida. Entonces ella comenzó a hablar.

-        - Sabes, no es la primera vez que nos vemos. De hecho anteriormente ya te había conocido pero no me recuerdas.

Me quedé en silencio, seguí caminando esta vez un poco más cerca de ella, no la recordaba, nunca antes la había visto o por lo menos eso creía, pero ahora una duda más surgía en mí, un pensamiento torturaba a mi alma, era espantoso sentirse así y por ello preferí ignorar sus palabras y pensar que solo lo hacía para atormentarme , así que solo pensé en caminar para llegar a la salida y poder continuar con mi vida. Pero al notar la ausencia de mis palabras, siguió hablado.

-        -Interpreto tu silencio como la falta de recuerdo, no te culparé nadie me recuerda. El tocarme genera una soledad absoluta que nadie recuerda o más bien que todo ser quiere olvidar, porque nadie quiere recordar algo tan cruel como la sensación que les hago pasar.

Seguí ignorando aquellas palabras, aunque la duda, me inspiraba a hablar pero no lo hice, no lo hice por temor a perderme más de lo que ya estaba, pues cada pregunta que hacía me sacaba otra, eran las hidras de mis duda y no tenía armas necesarias para cortar las cabezas. Seguimos caminando en silencio por el bosque, y seguía sin terminarse, seguía un camino a cual no le veía el fin. Entre más nos adentramos al bosque más místico se hacía el lugar,  aquellos grandes árboles empezaban a tomar forma humana, se veían rostros sobre las corteza,  las ramas figuraban perfectamente los brazos y en sus rostros se podía observar cualquier tipo de emoción, desde felicidad, tristeza, orgullo, enojo, y muchas más con el paso del tiempo. Y fue así como las dudas comenzaban a atormentar mi cabeza, por cada paso que daba me surgía una nueva duda y fue tanto tiempo el que resistí,  sin embargo, mi fuerza de voluntad no fue suficiente y la curiosidad mato al gato.

-     -Hay varias cosas que me intrigan, cosas que quisiera saber pero, no te preguntaré todo lo que me encantaría, solo formularé una pregunta si me lo permites.

-          -Está bien.

-        -  ¿Cómo te conocí? No recuerdo haberte visto nunca en mi mundo, y aquí no pude reconocerte.
-          Eres necio, distraído y curioso, eso ya lo había respondido. No siempre debes ignorar a la gente puesto que en sus palabras esta la respuesta.

-         - Pero tú no eres una persona, eres un ente, una personificación de una emoción.

-         - Exacto y ahí está el error. En primera es cierto que soy un ente pero en segunda no puedes decir que vienes de un mundo diferente, pues todo esto que ves, pisas y oyes son parte de ti, este es tu mundo, inclusive yo soy parte de tu mundo aunque de manera parcial, ya que estoy en todos los universos y todos los universos son uno mismo. Y entiendo que no me recuerdes ya que nadie quiere recordar la soledad, porque le temen,porque me temen, porque les doy miedo, porque no les gusta afrontar las cosas solos y siempre piensan que con compañía podrán lograr sus mayores sueños. Pero sabes, se equivocan y tú te darás cuenta de ello muy pronto.

Pensé que se había enfadado, pero no podía determinarlo, no expresaba emoción alguna, pero mis siguientes palabras fueron menos directas y trate de relajarme, a pesar de que no entendía gran parte de lo que me decía, no quise decir más, estaba demasiado feliz como para arruinar mi momentánea felicidad con más palabras inconclusas. Mi salida se acercaba y era como un juguete para el niño.

-    -Lo siento, no quería hacerte sentir mal o molestarte con mis palabras. Perdón por ser un mal agradecido, por no mostrarte respeto cuando me estas llevando a la salida.

Ante mis palabras ella me miró y sonrío de manera agradable, le contesté con otra sonrisa, seguimos caminando durante un gran tiempo y el bosque no cambiaba, seguía igual con los mismos árboles frondosos.

Ella se detuvo bruscamente y para no llegar a tocarla me detuve, no quería sentir aquella sensación que tanto me describió con temor y nostalgia. A un así caminé hacia su lado, quería saber porque se detuvo pero antes de preguntar algo, unos árboles captaron mi atención, frente a nosotros había dos inmensos árboles, el primer árbol que se encontraba a nuestra izquierda tenía frutos color rojo del tamaño de las sandías, era un árbol muy bello, abundante, se podía notar que el árbol estaba en sus mejores momentos de  vida y se podía sentir una especie de magia que lo rodeaba. En cambio el segundo árbol era todo lo contrario,  este se veía viejo, desgastado, sus raíces, su corteza y sus ramas estaban completamente secas, como que le hacía falta agua o algo para que renaciera de su cercana muerte pero de igual manera sentía una especie de energía que emanaba aquel árbol tan viejo. Sin embargo, ambos árboles tenían un factor común, tenían una puerta frente a ellos, estaba rodeada por la corteza de su tronco, ambas eran color café, claro una se veía resplandeciente mientras la otra parecía que con un suspiro se podría caer, en su superficie  había símbolos pero a lo lejos no pude leerlas, ignoraba lo que decían, pero eran tan llamativas. Entonces formulé mi pregunta en mi pensamiento ¿Cuál de las dos sería mi salida?

Miré a Soledad y esta vez las dudas volvieron a surgir, sin pensarlo dos veces inicié a cuestionarla.

-         -  ¡Y bueno! ¿Dónde está la salida?

Me deje llevar por aquella emoción de poder salir y descansar, no pensé dos veces antes de preguntar y solo dejé que mi emoción me guiará, por un segundo pensé en correr a dirección de cualquier puerta pero no sabría cual me iba a dejar en mi mundo, incluso la otra que no me llevaría a mi mundo¿a dónde me llevaría? Eran cuestiones que me surgían conforme pasaba el tiempo, así que esperé para que Soledad me respondiera la incógnita que me hacía falta.

-         -  No hay prisa, la prisa es mala para la sabiduría ya que todo llega a su respectivo tiempo y si no lo vez entonces eso significa que estas peor que un ciego.

Esa respuesta no era la que buscaba, pero antes de volver a preguntar, ella comenzó a decirme cosas que ni siquiera me interesaban.

-          - Verás, estos árboles representan la consistencia del mundo, con ellos aprenderás los flujos de energía, el movimiento de las estrellas, y la verdad el universo.

Al término de sus palabras señalo al árbol de la izquierda.

-       - Aquel árbol representa la esencia de la vida, la transformación del humano entre lo que es y lo que pensaba que era, en él se encuentra la transición de las almas, la cautela del mismo Dios. Esos frutos rojos son la sangre de los primeros hombres, pensarás que Adán y Eva fueron los primeros en tocar la tierra pero estás equivocado, esa sangre no se debe de beber, son la mezcla de un ángel con un demonio y si llegases a beberla entonces caerías en un abismo donde hasta la Soledad sufriría, no debes de estar tentado, su sangre podría darte el poder que radica en ti, pero es mejor andar entre piedras que ir por el camino plano, si quieres ignorarme hazlo, solo recuerda que la advertencia ya se ha dado.

De nuevo me dijo cosas que me hicieron temer, cosas que me daban absoluto miedo, no sabía cómo soportar tanta carga emocional pero seguí escuchándola y que me diera la explicación necesaria de las cosas que radicaban ahí, aunque eso significará crear más cuestiones en mi mente. Siguió hablando.

-        -   Este segundo árbol.

Señaló el árbol que teníamos a nuestra derecha.

-          - Es el árbol de los años vividos, representa la sabiduría aprendida con el paso del tiempo, es el pasado, el presente y el futuro de esta humanidad, como ves, no tiene fruto alguno debido a que todo está absorbido en sus raíces, y aunque se vea viejo y mal gastado, es el árbol que tienen toda la sabiduría de la vida. Si solo entraras por esa puerta encontrarías la dicha de seguir respirando. Y así es, ya te explique lo que representan cada uno, entonces ¿cuál escoges?

Ante aquella cuestión me descontrolé, no quería irme a los árboles, no quería saber nada del mundo mágico,  lo único que quería era salir, así que todo mi enojo y frustración se redujo a tan solo una pregunta.

-          - ¿Y la salida?

Ella se me vio con seriedad, y pronunció lo siguiente.

-          - La salida la encontrarás tú, así que entra en alguna puerta y descubre lo que te espera.

Yo no quería aceptar esas palabras, me dejé llevar por mi impulso y le grite al instante.

-          -¿No me ayudarás? ¡Dijiste qué me ayudarías, que me llevarías a la salida. ¿Dónde está? ¡Dónde está! ¡Dímelo! Por favor, ya no me hagas seguir en este mundo un segundo más.

Ella solo escuchó y de nuevo en su rostro se dibujó una sonrisa, sentía que se burlaba de mí, sentía que solo estaba jugando conmigo, no podía seguir soportando ese trato, quería la consolación, quería unas palabras de aliento y simplemente no llegaba. Me contestó.

-     -Lo he hecho, ¿acaso no ves que te he traído a la salida? Solo es cuestión de que la encuentres, no pienses que    todo te puede llegar como manzana de oro en charola de plata, si no empiezas a buscar las cosas,  entonces nunca sabrás realmente que te pertenece. Así que Hadys, sal, camina, corre, vuela, pero no estés estático que nunca te saldrán las raíces.  

Ya no podía soportar más su burla, ya no podía seguir escuchando, esta vez toda la ira  que se acumuló anteriormente salió de mi cuerpo y en menos de un instante me había lanzado contra Soledad, quería hacerle daño, quería sacarle la verdad aunque fuera a base de violencia, en ese momento había ignorado todo lo que me había advertido, todo lo que había mencionado, simplemente quería encontrar la verdad y la buscaría aunque ella sufriera.

Pero al tocarla algo extraño me paso, de pronto todas aquellas emociones desaparecieron y me volví a sentir triste, melancólico, no le encontraba sentido a mi vida, ni a mi pasado ni a mi futuro, mi alma poco a poco salía de mi cuerpo y no me preocupaba de ello, me sentía tan solo que nada me importaba, absolutamente estaba triste pero ni siquiera eso me importaba, había perdido las fuerzas, las emociones, el sentir, había perdido todo que hasta el vacío se me había extraviado, no me podía reconocer en aquel momento, no podía reconocer nada y solo quería acabar con mi vida. Fue de pronto cuando esta sensación me recordó que ya antes la había experimentado, hace tiempo atrás cuando ya vivía en el pueblo,  algo similar me había ocurrido, estaba el día nublado y apenas caían unas gotas en el terreno, el padre Orlando daba la misa como de costumbre y doña Jacinta nunca se perdía de la palabra de Dios, pero esa tarde yo no acudí a misa puesto que me sentía mal pero no estaba enfermo de salud, algo más había en mí y no podía explicármelo, simplemente era un momento donde la nostalgia me inundo.  Estaba chico y la falta de padres me había afectado demasiado, quizás hasta la fecha me siga afectando, pero aquella tarde me afectó tanto que nunca antes me volví a sentir así, hasta el día de hoy, todo aquello realmente me deprimió y me pesaba tanto que ya no podía cargar con  mi propia vida. La falta de padres, la falta de amigos, la gente me miraba con lastima, no tenía a quién acudir, el día triste, la naturaleza lejos, y yo solo en ese cuarto con mi sombra, aquellas circunstancias eran las causantes de mi penumbra. Había perdido la confianza en las personas, en el mundo e inclusive había perdido la esperanza en mí, ya no podía encontrarme, ya no podía ni siquiera creer en Dios ni en nadie, estaba contraído por muchas circunstancias y aquel día fue cuando conocí a Soledad.

Ese día sentí a Soledad en todo mi cuerpo, ese sentimiento era penetrante, me confiscaba todo mi ser, me levanté de mi cama y empecé a caminar hacia el campanario pero antes de eso había visto a Soledad, aquella personificación en mi cuarto, aquel sentimiento de depresión era masivo, tan masivo que pensé en el suicidio, por ende me dirigía al campanario para aventarme. La diferencia de aquel sentimiento con el suicidio que quería lograr con las raíces, era diferente, el primero demostraba la ausencia del alma y el segundo demostraba la esencia de la cobardía, era por ello que no había recordado aquel sentir con anterioridad, pero ahora entiendo por qué aquel día camine a la torre más alta de la parroquia, entendí la mano que me guiaba hacia el camino de la muerte, hacia la salida que buscaba en aquel momento y a pesar de que conocí a Soledad, no le había hablado, ni siquiera me había interesado por ella pues ya nada me importaba, ni siquiera la mortal vida. Llegue a la cima del campanario y vi aquel paisaje, el cielo gris que lagrimeaba muy poco, veía también las montañas a lo lejos, los árboles, la naturaleza en general, también alcance a ver a los niños del pueblo jugar y divertirse, a gente contando los chismes de la semana, a hombres trabajando en el campo, lograba ver el flujo de la vida antes de morir, antes de haber tomado la valentía de suicidarme. Es irónico que la vida te muestre su belleza cuando ya nada te importa.

Tome la energía suficiente para tirarme del campanario, pero entonces una fuerte briza o una fuerza anormal me empujaba hacia atrás, no entendía que era pero aquel día pude ver como un ave de tamaño humano ascendía hacia el cielo, fue tan fuerte la ventisca que hizo que la campana replicara, entonces cuando el estruendo se escuchó,  Soledad se esfumo como un sueño,  y yo había despertado de aquel delirio, de aquel torrente de alucinaciones sin dirección. Aquel estruendo hizo que el padre Orlando y doña Jacinta acudieran por mí, entonces llegaron pero yo no podía hablar, no podía decirles nada, aquel sentimiento se había ido, aquella ave que me salvo jamás la volví a ver y tampoco pude contestar lo que realmente paso aquella tarde, y es cierto me había olvidado completamente de Soledad. Aquella tarde me regañaron porque habían pensado que todo eso fue una broma, una especie de acción para llamar la atención, ese día ni siquiera hable, realmente no pensaba justificarme con nada.

Cuando terminó aquella sensación, también terminó mi recuerdo y me di cuenta que estaba sujetando a Soledad de la parte de su vestimenta, me había perdido en la ira y en la nostalgia, fije mis ojos en ella, pero ella aún seguía inexpresable en su cara había temor. Yo la solté en un instante y me avergoncé de mi acción, me había olvidado de la ira generada, ahora me desconocía pero también había descubierto algo nuevo en mí. Así que solo me disculpe.

-          - ¡Lo siento!

Me aleje de ella, observé mis manos y me puse a pensar en el acto realizado, estaba asustado de mis emociones. La volví a morir y entonces cuestione.

-          -¿Estás bien? ¿Te hice algún daño?  ¡Lo siento realmente!

Ella contesto.

-          - Sí, estoy bien. No hay de qué preocuparse.

Baje la mirada, le volví a mirar y se me dibujo una tenue sonrisa. Pero veía en ella duda e incertidumbre, como sí algo no estuviera bien. Le contesté.

-          - Te he recordado.

Fue lo único que pude decirle, y esas palabras salieron de lo más profundo de mi corazón. Entonces su expresión cambio, se quedó perpleja como si no pudiese procesar lo que le había dicho, se quedó en silencio por un breve momento, un instante que para ella fue una eternidad.

-          - ¿Me…me recuerdas?

Me cuestionó como si no pudiese creer lo que le había dicho, seguía ida y lo veía en su rostro.

-        -   Así es, tú me has guiado anteriormente.

-        -   ¡Me recuerdas!

Tanta fue su emoción que aquel grito retumbo en todo el lugar, empezó a saltar y correr por todo el lugar, presumiendo a los árboles y a todo el mundo que alguien le recordaba.

-         - ¡Me recuerda! ¡Me recuerda! ¡Me recuerda! ¡Me recuerda! ¡Me recuerda!



Esas eran las palabras que no dejaba de pronunciar, su emoción, su sentir me hacía sentir completo y estable. Empezó a correr alrededor de mí.

-      - ¡Me recuerdas! Sabes, nunca jamás me podrás olvidar y siempre estaré ahí para ti, eres la primera persona que me reconoce y estoy agradecida por eso. ¡Gracias!

Entonces aproveché esa oportunidad, ese resplandor de emoción para poder obtener la respuesta a mi salida.

-       - Ambos deberíamos estar felices, ¿me podrías decir dónde se encuentra la salida? Este no es mi mundo.

Ella de pronto se quedó quieta y volteó a verme, su mirada era penetrante y seria como le había conocido, no dio resultado mi plan y entonces me le quedé mirado en busca de que me respondiera algo.

-       - Te traje a la salida, más no puedo llevarte a la puerta. Hace tiempo te acompañe a la salida, pero por algo no pudiste abrir la puerta hacia la muerte y por ende has vivido. ¿Qué te hace pensar que ahora puedo mostrarte la puerta? Eso ya depende de ti, tú sabrás abrir y cerrar puertas. Y tu mundo no se encuentra allá fuera, tu mundo y tu vida están aquí.

Nos quedamos en silencio y como observó que no tenía nada que decir prosiguió hablando.

-          - Para empezar te explicaré mi esencia ahora que sabes quién soy, mucha gente me ha visto y serás la primera persona en conocerme. Y también te diré que debes hacer, un pequeño consejo, una pequeña ayuda como agradecimiento a tu recuerdo.

En ese momento solo pude asentir con la cabeza, yo no podía dar órdenes en ese mundo, sólo ella tenía la llave y tenía que estar a su servicio para que se apiadara de mí, entonces solo me concentré en escucharla.

-      - Mi esencia es solo el sentimiento de soledad absoluto, un sentimiento que solo algunas personas pueden llegar a sentir, no todos tienen la valentía de suicidarse ni la cobardía de escapar de la vida. Yo soy ese ser al final del suicidio y el principio de la muerte, soy esa ausencia de energía, de sentimiento, de ilusiones, de sueños, soy quien guía a los humanos al camino de la muerte. Se podría decir que soy algo así como la mascota del ángel del suicidio. Entonces es cuando el alma entra en depresión y el cuerpo pierde toda acción sobre él, yo los oriento hacia su destino determinado. Y es por ello que nadie me recuerda pues todos cuando me sienten, mueren.



Cuando escuché la palabra muerte me estremecí, ¿podría estar muerto? Es una cuestión que se me venía a la mente, no había otra explicación para acordarme de ella, pero entonces ese lugar… ¿Qué era? ¿El purgatorio? ¿El cielo? ¿EL infierno? Pero mi pensar fue interrumpido, ella siguió hablando y yo seguí con dudas.

-          - Ese día te ibas a suicidar y por ese instante me viste y de manera irreversible también me olvidaste después de no cometer suicidio,  todo recuerdo mío fue nulo, pero ahora me has tocado y volviste a experimentar ese sentimiento de vacío, me recordaste y ahora ya no podrás olvidarme, siempre estaré en tu memoria como tú estarás en la mía, has entendido la soledad como existencia y desde ahora te puedo asegurar que jamás volverás a estar solo, jamás tendrás ese miedo a la oscuridad, a la nada, a la irracionalidad de la gente. Sabrás más que la gente de tú alrededor pero eso no significa que no sufrirás, pues eso apenas lo tendrás que aprender.

Entonces termino de hablar, la observé durante un momento e inconscientemente le abracé, no sabía por qué lo hacía pero se sentía bien, ella necesitaba alguien que la recordara y yo necesitaba alguien para apoyarme, que me diera esa fuerza y fortaleza para seguir adelante, para continuar mi camino que aún no sabía cuál. Algo me había quedado muy claro, la soledad nunca será mala, solo es una compañía que las grandes personas pueden contemplar. A pesar de que quería encontrar la salida me sentía relajado, tranquilo, sentía como mi cuerpo perdía peso, perdía noción de todo lo que había vivido. Después del abrazo la mire justamente en los ojos y podía ver su alma, podía ver la esperanza, la alegría, la manera en que se manifestó su sentir, me sentía atraído por ella, no como pareja sino como sentimiento, como algo natural que solamente podré encontrar ahí, entonces me propuse a preguntarle.

-         -  He entendido poca cosas de las que me dijiste, pero traté de hacerlo, te escuché y ahora estoy aquí parado frente a ti, esperando que me ayudes, que me des una dirección, una guía o algo más, necesito realmente algo certero que me conduzca al final de mi camino, te lo imploro con el corazón en la mano y el alma en los ojos, necesito salir. No es que no me agrade este sitio, me es agradable conocer nuevas cosas, nuevos entes, pero hasta cierto punto siento que estoy perdiendo la cabeza, me siento loco, distraído, me voy hacia el mundo que no conozco.

Ella de nuevo me miró con esa seriedad que le caracterizaba, pero al momento la cambio por una sonrisa fantástica, sentía en ella una felicidad que ni siquiera podía ocultar y eso me daba la ventaja de la situación.  A lo que pronunció.



-       -    Realmente tengo que dejarte ir, sabes, no quiero que te vayas de nuevo,  me sentiría sola…

Iba a seguir hablando, pero yo de manera grosera le interrumpí, no sabía que me impulso, pero no era yo en ese momento, al menos aún no conocía a mi verdadero ser.

-       - ¡No te dejaré sola! Tú estuviste en el peor momento de mi vida, quizás eres la mascota de la muerte pero aun así no me obligaste a matarme, es mi turno de que yo este contigo y nunca morirás porque siempre te tendré en mi memoria, no hay manera de que me olvide de ti así como tú nunca te olvidarás de mí. ¡Confía en mí!

Ella escuchó mis palabras y en sus ojos se vislumbraron las nacientes gotas de la primavera, y después comenzó a hablar.

-      - Muchas gracias, ¡confiaré en ti! Sin embargo, no puedo decirte que puerta tomar ni donde se encuentra la salida, simplemente no puedo, es una regla que hay en tu universo, pero sabes, después de que hayas tomado la decisión de que puerta abrir, alguien más te guiará en tu travesía y depende de ti salir o quedarte por siempre en este mundo y si nadie te guía pues todo dependerá de ti.

Desvió la mirada hacia los árboles que estaban frente a nosotros. Y me cuestionó.

-         -  ¿Cuál de las dos puertas deseas abrir?

Yo miré en dirección hacia aquellos árboles y sinceramente no sabía cuál abrir, no entendía gran cosa de este mundo pero había llegado la hora de tomar la decisión, para poder irme definitivamente de aquel lugar. Tomé aire, no respondí la pregunta que me habían formulado, sin embargo, mis pies se empezaron a mover en dirección hacia el árbol que representaba la sabiduría, camine a paso lento sin desesperación alguna, algo dentro de mí me daba la certeza de que pronto emprendería una aventura, pero al mismo tiempo lo ignoraba, caminé lentamente observando aquel árbol viejo, llegue a la puerta y esta tenía en el borde superior unas letras manuscritas.  

-          “La puerta de la sabiduría”

Se podía leer esa frase, aquella puerta estaba desgastada, tenía rayas en todas partes y podría caerse con el simple soplo de Dios, tome la manija y gire la perilla, después la jale y empuje pero la puerta no cedía, la puerta estaba bien atrancada como si un imán no la dejase libre. Jale, y volví a jalar, lo hice una infinidad de veces hasta que terminé cansado, frustrado y mi ira se elevaba poco a poco.  Pero a mis espaldas escuche la voz de Soledad.

-          - No podrás entrar a esa puerta, se necesita ser sabio para abrirla y tú eres demasiado necio y terco para entender las cosas, esa destreza de la puerta demuestra proporcionalmente tu ignorancia sobre la vida.

Después de haber musitado aquellas palabras se echó a reír, yo con toda furia voltee a verla pero ya no estaba ahí, Soledad se había esfumado como la niebla, y de nuevo me encontraba solo en medio de dos grades árboles. Como no pude abrir una, me dirigí a la otra, al igual que en la primera camine lentamente contemplando el árbol y la advertencia que me había hecho Soledad, al principio quería correr con la ira que tenía en mi interior, pero ciertamente cuando uno se deja llevar por las emociones nada le resulta bien. Mientras caminaba el susurro de Soledad se volvió a escuchar, esta vez la sentía dentro de mí o quizás cerca de mi oreja.

-          - Jamás estuviste sólo, jamás estas sólo, jamás estarás sólo.

Voltee de nuevo, pero no había nadie… Seguí caminando y una sonrisa se había dibujado en mi rostro, sentía que había hecho una muy buena amiga para toda la vida. Llegué a la puerta y está al instante se abrió, no había nada grabado sobre su puerta solo había la representación de una semilla con raíces y sobre ella un gran árbol, pero antes de entrar, de nuevo Soledad hablo.

-          - Recuerda que allá no te puedo seguir protegiendo, es hora de que empieces a caminar. Nos vemos.

Esta vez sin mirar atrás, solo pude susurrar.

-          - ¡Gracias!


Y fue así como me despedí de aquel enigmático ente que me hizo ver más allá de lo que la soledad me había permitido contemplar. Así que seguí caminando sin mirar lo que dejaba y fue  entre a la puerta que demostraba la esencia del hombre. 




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