martes, 14 de febrero de 2017

La amo...

La amo…


La amo cuando está a mi lado haciendo la tarea, cuando se pierde al horizonte, cuando piensa que la vida es injusta y no se da cuenta que la injusta es ella con la vida, pero me gusta, me gusta a cada momento, a cada instante, cuando mueve esas caderas, cuando mueve esos hombros al ritmo de un gusano parlante que escala como alpinista sobre la cordillera de un amor, la amo, me encanta, me fascina, me hipnotiza con esos bailes de hula-hula, me quedo perplejo cuando toca su piano, cuando se transporta a otro universo donde solo habita ella, donde no la encuentro, pero es libre, y me gusta, y la amo, y me encanta, en la cama cuando hacemos el amor sin pudor alguno, en las posiciones para no caer en la monotonía en la cual ambos huimos, somos prófugos de una cárcel de amor y el verdugo es un futuro que es inapropiado para los principios o para el presente que estamos viviendo, pero me gusta, la amo y me encanta, porque sonríe de oreja a oreja y es sincera, porque miente y se convierte en otra para fugarse conmigo en la primera estrella que encontramos, porque ella es completamente un sueño hecho realidad o una realidad hecha un sueño de fin de semana, o de entre semana, la amo, me encanta, me fascina, es tan perpleja, tan compleja, es mi ciencia, mi religión, mi osadía, la amo, me encanta, me fascina y no paro de gritarlo, de escribirlo, porque ella me llena, me vacía, me succiona, me teletransporta a los suburbios de sus recuerdos, pero ella sufre al igual que yo, pero ella ama al igual que yo, pero ella vive conmigo y yo vivo con ella, porque ella es mi muerte y la vida misma, porque yo solo soy un sendero en el cual cruza, por el cual camina, soy el sostén de sus pechos, soy la tanga de sus nalgas, soy esas piernas firmes que avanzan hacia los sueños, hacia las metas, pero la amo, me encanta, me fascina, me gusta, poco a poco y lentamente como las letras sobre un papel, como el poema que nunca hice, como la colección que nunca tuve…

La amo, me gusta, me encanta, me fascina, porque es ella, porque llora, porque grita, porque es feliz, porque es triste, porque se enfada, porque se enoja, porque al tocar sus manos me comparte un cachito de aquel cielo que nunca tendré, porque cada vez que mira se pierde como yo me pierdo en ella, y también me pierdo entre sus piernas, y ella se escapa entre los suspiros que da, y la amo, me encanta verla, como saca un lápiz, un color, una goma, como sonríe cuando me le quedo viendo, como se sonroja, como le da pena, pero me gusta, ¡carajo!...

Estoy enamorado y ella no se da cuenta, y ella no sabe nada, pero Mar, Mary, Mariana…

Nunca me cansaré de decirte que te amo, que me encantas y me fascinas, y tomar tus labios y besarlos, y tomar tu cuello y besarlo, y tomar tus pechos y besarlos, y tomar tus caderas y besarlas, y tomar tu cintura y besarla, y tomar tu sexo y besarla, y tomar tus piernas y besarlas, y tomar tus pies y besarlos, porque eres mía desde el cabello hasta el pie, y yo soy tuyo desde la poesía hasta la ingeniería…

Te amo, me encantas, me fascinas y es que eres todo eso que siempre soñé aunque no haya soñado absolutamente nada.




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