Todos
es bueno, todo es malo en exceso.
Busqué la puerta con el número 8 en la parte
superior, caminé hacía esa dirección pero ya no tenía la urgencia para salir de
aquel lugar, esta vez solo quería ir lento por cada puerta y aprender lo que
tenían que aportarme, quería saber sobre la esencia de la vida para aceptar las
cosas como son, como eran y como serán después de mi travesía.
Aquella puerta era totalmente distinta a las
habituales, esta puerta era brillante como el oro, resplandecía tanto como el
sol en pleno verano y yo me quedé asombrado por tanto destello, la toqué por
todos los lados para sentir el tacto de aquel metal precioso y poco a poco me
fui perdiendo en el destello de la puerta, algo de ella me atrapó en una
especie de sueño profundo. Mi vista estaba completamente nublada por la riqueza
que tenía frente a mí.
Tomé la manija con mucho cuidado, tenía miedo
de dañar el oro y por ende lo tomaba con precaución, no había nada más en mi
cabeza solo oro, oro y más oro. Cuando toqué la manija se empezó a formar pequñas
letras con diamantes, estas letras decían lo siguiente.
- - La
puerta de la avaricia.
Seguido de:
- - Recuerda
que el poder es atrayente, pero no olvides la base.
Aquellas frases ni las leí bien por lo
distraído que estaba, solo pude abrir la puerta y entonces un destello me cegó
completamente, era un destello de oro, diamantes, plata y toda clase de piedras
preciosas, me tallé los ojos para poder observar bien lo que tenía frente de
mí.
Este mundo era muy diferentes a los
anteriores, en este se podían observar muchas riquezas por doquier, había desde
piedras preciosas, metales preciosos, monedas y todo tipo de riquezas alrededor
mío. El mundo era plena oscuridad y lo único que alumbraba mi camino eran las
riquezas que ahí habitaban, todo a mi alrededor era abismal y me sostenían bloques de oro que alumbran mi destino, me
contagio de miedo y de admiración al mismo tiempo.
Seguí caminando hasta que el camino se dividía
en tres senderos, los senderos conducían a una montaña exclusiva de riqueza, la
primera montaña me mostraba las piedras preciosas, rubís, diamantes, perlas,
zafiros, entre otras más. La segunda montaña tenía oro, plata, y cualquier
metal precioso en forma de monedas, polvo, lingotes o cosas. La tercera montaña
era la más abundante pues tenía una combinación de la primera montaña con la segunda, por ende y sin pensarlo partí hacia
la tercera montaña que cegaba a mi propia alma.
Llegando a aquella montaña me
lancé sobre ella, empecé a nadar entre riquezas, me hundí poco a poco en la
ambición y poco después pensé que todo aquello me pertenecía y que nada
absolutamente nada me importaba más que tener todo aquel poder.
Pase mucho tiempo contemplando la riqueza,
pero algo en aquellas monedas y piedras llamó mi atención, en todas las moneda
había cara de gente con sangre, algunas mostraban la hambruna y otras más el
sufrimiento, por un momento, más bien por un pequeño instante entre en razón
pero el resplandor de tanta riqueza me hacían cegarme y aun viendo aquellas
caras sobre mi riqueza no me importaba, quería tener todo aquello que
absolutamente me pertenecía solo a mí, ya no quería salir de aquella puerta y
quería vivir ahí por siempre.
De pronto empecé a escuchar gemidos de dolor,
escuchaba voces gimiendo y diciendo.
- - ¡Qué
termine la guerra!
- - ¡Descanso!
- - ¡Dame
de comer!
Todas las plegarias elevadas hacia un ser que
no escuchaba, y simplemente todo aquello que llegaba a mi oído me asustaba pero no sabía de donde provenían. Me seguí
perdiendo en el reflejo de las monedas, pero de nuevo se escuchaban los
lamentos, entonces mi mente entró en confusión, no sabía sí ir por el poder o
ir a la raíz de aquellos quejidos, después de un momento comprendí que los
lamentos venían desde adentro de la montaña, estaban en la ganancia de aquel
poder y al percatarme de aquello se hizo la luz en aquel cuarto, todo se
ilumino, entonces aparecieron ante mí, visiones para obtener el poder que ahí
radicaba, tiranos en busca de poder, esclavos trabajando para el dueño, fraude
en los gobiernos republicanos, explotación por feudales, podía ver como el
poder era realmente encontrado en la maldad del alma y todo aquello me hizo
recordar una conversación que hace algunos ayeres había tenido con Joaquín.
Era una tarde cualquiera y entonces yo me
encontraba caminando con él por Coyoacan, hablábamos del poder, de la religión,
del gobierno, tocábamos puntos en contra y a favor, entonces se me ocurrió
mencionar lo que una vez el padre Orlando me había dicho.
- - Sabes,
la avaricia suele cegarte más que el amor.
Él sonrió y me respondió.
- - Lo
sé, pero el amor te hace libre en tu mundo penitente.
Entonces esa era la oportunidad para conocer
mejor a mi amigo y la aproveche, contesté.
- - No
me cambies el tema, yo sé que tú buscas el poder, quieres tener el poder en las
letras, en las palabras que dices, todo eso lo veo en la novela que acabas de
publicar, así que tú estás lleno de avaricia.
Se río.
- - ¡Ay
Hadys! De nuevo te equivocas, veo que te equivocas a cada rato, deberías morir
y resucitar quizás así puedas componerte. Realmente no busco el poder sobre
nada, ni nadie, yo escribo por gusto, yo le doy arte a la vida y la vida me da
el arte que me orienta hacia las piernas de una mujer.
Ataqué de nuevo.
- - ¿Entonces
qué haces con el dinero? Te lo gastas en cosas innecesarias.
Me miró fijamente a los ojos y dijo.
- - Nada,
absolutamente nada es innecesario en este mundo. El dinero para mí es solo
dinero, puede que venga o que vaya, pero para mucha gente mueve al mundo, en
cambio para mí, el dinero no mueve al mundo, lo que realmente mueve al mundo es el arte y es por
ello que no quiero tener poder, el poder corrompe a las personas y yo tengo
miedo a ser corrompido, tengo miedo a conocer a la persona que no he conocido.
De nuevo pensé y esta vez me desvié del tema
principal.
- - Yo
no creo que el poder corrompa a la gente, más bien la gente desde que nace ya
está corrompida.
Se asombró de mi respuesta y mencionó.
- - Entonces,
¿cómo explicas el hecho de que haya gente que huye de él?
A lo que sinceramente contesté.
- - No
huyen, solo viven en su propia mentira.
Se asombró aún más pero me quede más
asombrado yo por la evolución que había tenido gracias a él. Respondió.
- - Tú
no tienes poder, de hecho me atrevo a decir que no tienes vida, y tampoco
puedes corromperte porque no has probado y ni tienes sed de obtener las cosas
que deseas.
Sonreí y dije.
- Te
equivocas Joaquín, tengo el poder de rechazar las obras de arte.
Se río.
- - ¡He
ganado! Te has corrompido completamente.
De cierta manera me había ganado el argumento
aunque también no podía descartar completamente mi idea, de nuevo volví a mi
realidad y entonces me encontraba hundido en esa montaña de riquezas.
Salí corriendo de aquella montaña y cuando
escapé entonces caí de rodillas, cerré los ojos puesto que no quería ver el
destello de la riqueza, ni quería escuchar más lo lamentos de sufrimiento, no
soportaba entender como el poder se obtiene y por ende me cegué ante lo que se
me presentaba.
Después de un determinado tiempo, dejé de
escuchar todos aquellos lamentos, me destapé los oídos, abrí los ojos y esta
vez me encontraba en un cuarto completamente iluminado y sobre el piso había
solo carbón, no había más riqueza a mi alrededor, entendía que todo lo que
tenemos siempre vuelve a la tierra, sea lo que sea, el diamante es carbón, el
oro estaba en la tierra, inclusive nosotros después de muertos nos sepultan,
somos raíces en tierra y somos futuro en polvo.
Aquel recuerdo que tuve fue antes de ver a Joaquín enamorado, me empecé a reír por que
el poder no nos pertenecía, el poder era completamente de la tierra, me agaché
y tomé un poco de aquel polvo que quedaba, tiré el polvo hacia arriba y
entonces se formaban unas partículas alrededor de mí que le dieron figura de
nuevo a mi amigo Joaquín, de nuevo me perdí en aquel recuerdo. Él estaba
deprimido aquel día, y dijo.
- - Me
siento vacío.
Le interrogué.
- - ¿Cómo?
Me miró seriamente.
- - Sí,
vacío, me falta algo, ya que no me siento lleno.
Me quedé pensando y entonces comenté.
- - ¿Qué
te puede hacer falta? Sabes, tienes absolutamente todo, vida, salud, amores
prófugos, mujeres por doquier que te pueden dar sexo por la mañana, por la
tarde y por la noche, tienes fama, tienes dinero, tienes amigos y amigas,
tienes el arte, a mi punto de vista tienes la vida solucionada.
Me miró de nuevo y vi decepción en sus ojos.
- - Hadys,
es cierto tengo todo aquello y aun así estoy vacío, me he cansado pues yo no
escribo para ser famoso, yo solamente escribo para expirar mis pecados.
Sabes, tengo dinero, tengo sexo, solo tengo a un amigo que ni me conoce, solo
tengo una amiga, tengo fama… Pero sabes, nada de eso me llena como quisiera…
Suspiró y me miró de nuevo. Yo solo pude
decir…
- - ¡Lo
siento!, entonces… ¿Qué es lo que te hace falta?
Él me miró y sonrió.
- - No
debes sentirlo, me hace falta amor.
Me quedé callado, por un momento quise reírme
de él, pero aquellas palabras me las dijo con completa sinceridad y ya había
hecho penitencia de sus pecados, después de ese día él encontró a Laura.
Regresé de nuevo a la realidad con mayor
comprensión a lo que me había dicho Joaquín, era cierto, estaba entre tantas
riquezas y podría tener todo lo que yo quisiera, pero la esencia de la vida, la
base del ser humano no se podría comprar con algo como el dinero, el amor es el
mejor bien que uno puede tener como persona. Aquel resplandor de riquezas me
había hecho olvidar de Karina, me había hecho ser como la mayoría de la gente,
esa gente que piensa que son los más felices del mundo por la riqueza que
tienen, pero pasa el tiempo se dan cuenta que lo que tienen al igual que yo, es
solo una montaña llena de basura.
Un fuerte viento paso alrededor de mí y toda
aquella montaña llena de polvo se esparció, me rodee de pequeñas partículas
brillantes y con el paso del tiempo todo desapareció, solo quedé yo en ese
cuarto abismal pero no estaba solo, es cierto, se había ido la riqueza pero aún
me quedaba el amor por Karina, los sueños por conquistar, las virtudes que me
caracterizan pero sobre todo aún me quedaba vida. Y sin darme cuenta , yacía en
el cuarto del silencio.
Todas las puertas que había pasado habían
desaparecido aumentando así la separación de cada puerta, pero la avaricia fue
la que me dejo el significado de un sentimiento que nadie podrá quitarme.
Suspiré y comencé a pensar en la vida, después dejé de pensar y solo quería vivir.
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