martes, 23 de febrero de 2016

De dolores penitentes.

 De dolores penitentes.


En una tarde de dolores de los mil demonios y otros que pueda inventar.
Dentista: ¿Eres alérgico a algún medicamento?
Ella cuestionó para no matar a su paciente a pesar de haberlo anestesiado hasta la muerte.
Él perspicazmente, tratando de ligar y sin perder la elocuencia contestó.
Yo: Solamente al amor...
Y el dolor siguió en la muela, un dolor de mil demonios y otros más que se puedan inventar.


-          Poeta Irracional. 


Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida bajo las leyes del copyright y decretos internacionales. 

Capítulo 14: Hadys y la esencia de la vida.

Se puede ser tan grande y tan pequeño como 

se desee.



Avancé hacia la siguiente puerta.

Fui hacía la puerta que tenía el número IX en la parte superior, era una puerta demasiado alta, amplia y gruesa a comparación de las demás y por primera vez la puerta estaba en medio de las otras, era una puerta admirable a simple vista y era ahí donde seguiría mi travesía.

Otra característica más de esa puerta era que su madera era muy diferente a la madera habitual, en una sola observación se podría determinar que era de madera fina, que era una puerta que podría ser envidiada por los demás. Tomé el valor necesario para agarrar la manija y cuando la toqué algo mágico paso, la puerta empezó a formar la frase tradicional pero esta vez las letras empezaban a empujarse entre sí, se golpeaban y ni siquiera se acomodaban bien por todo el desorden que entre ellas provocaban, después de un suspiro se pudo leer.

-         -  La puerta de la soberbia.

Seguido de la frase.

-          - Yo sé que te ríes como espectador, te humillas como víctima y te engrandeces como representante.

Terminé de leer y entonces la puerta se fue haciendo cada vez más grande, más amplia, más gruesa, todas sus dimensiones al expandirse me empezaron a tragar, el temor se apodero de mí y solo pude abrir la puerta, la manera en que la soberbia me ínsito a participar fue de la más horrorosa, comprendía que entre más avanzaba más complicado sería salir de aquel maravilloso mundo, después de un rato de tranquilidad abrí los ojos y me encontraba en un nuevo mundo.

Esta vez no podía ni mover un pie, estaba en la cima de una montaña y temía a caerme, pero era tan alta la montaña que me impresioné de la vista que tenía, vi hacia el norte muchas pequeñas casas con algunos puntos que se movían, creo que eran personas, al este podía observar toda una gran fauna, ríos, selva, naturaleza verde. Al oeste podía ver mucha niebla, por un momento pensaba que eran una especie de nubes, pero no pude distinguirlas bien, y al sur podía observar más montañas pero no tan altas como en la que me encontraba parado. Miré hacia abajo y no era una montaña en la cual estaba estático, la impresión de ver todo desde arriba fue tan maravilloso pero cuando me di cuenta que estaba sobre un solo pedazo de tierra y que si daba un paso posiblemente caería me hizo tener nerviosos, pensé en la caída y entonces para tener equilibrio agite un poco los brazos pero cuando hice aquello unas ráfagas de viento salieron de mis manos, era como tener poderes, como tener el control del viento, era fantástica aquella sensación.  Seguí jugando con aquel poder que se me otorgo, me sentía Dios en aquel mundo… La naturaleza, el pueblo a lo lejos, aquel territorio bajo mis pies me era tan insignificante que no le prestaba la atención necesaria, realmente todo aquello no me importaba porque yo podía hacer catástrofes sin que me hicieran nada.

De pronto algo empezó a brillar en los cuatro puntos cardinales, podía ver un punto brillante atravesando obstáculos, ese punto por un momento se me hacía conocido pero al mismo tiempo me disgustaba verlo, me disgustaba tanto que empecé a mover mis manos para mandar una catástrofe pero aun creando aquel tornado nunca llegaba a ningún punto cardinal, siempre había algo que lo impedía, algo que no permitía que le hiciera daño a ese punto que representaba a un humano, entendía que tenía un poder maravilloso que no podía ocupar contra nadie. Pasó el tiempo y me aburría, no pude ver aquellos puntos con claridad y no podía trasladarme a ningún sitio.

De nuevo me concentré en aquellos puntos por el aburrimiento, pero de un momento a otro me di cuenta que aquellas personas en los cuatro puntos cardinales eran yo…

Era yo en las diversas pruebas que había tenido, tanto fue el impacto que mi grandeza de Dios se acabó, no recordaba donde estaba y entonces di un paso y comencé a caer hacia el abismo que estaba debajo de mí. Pensé que en el impacto, pero no fue así, cerré los ojos para no ver el momento de mi muerte pero ese momento nunca llego, solo podía sentir el viento golpear mi cara y como la gravedad me atraía. Y mientras caía me di cuenta que el poder que había obtenido se me iba de las manos, toda aquella grandeza nunca fue mía y quizás nunca sería mía, me percate que ya había pasado bastante tiempo de caída y que no me impactaba por el cual decidí abrir mis ojos pero antes de aquella acción contémplele el poder de grandeza que pudo haber tenido el padre Orlando. Él podía manipular a la gente con las palabras de un libro y esas personas se lo creían, doña Jacinta podría tener el poder sobre los niños pero ella los amaba, Joaquín tenía el poder en su escritura y no le gustaba utilizar a la gente, Karina tenía el poder sobre mí y tampoco lo utilizaba en mi contra, la grandeza en las personas de buen corazón no funcionaba para herir al prójimo, no funcionaba así el poder de Dios.

En ese momento sentí el impacto sobre mi cuerpo, sentía como mi alma se escapaba y como mis extremidades se comprimían pero después de aquello me di cuenta que me encontraba ahora debajo de la tierra, en otro mundo diferente ya que a diferencia del hermoso paisaje que veía anteriormente, en este se mostró un paisaje más desierto y más insípido. Este territorio me mostraba hacia los cuatro puntos cardinales las cuatro estaciones del año, también podía observar que el sol se ocultaba detrás de unas nubes grises y por si fuera poco, todo aquella vista hizo que se me acabaran las energías, el viento comenzó a soplar y la lluvia cayó, entonces a lo lejos se veía como se aproximaba un tornado y al costado contrario podía ver como los rayos impactaban la tierra, estaba en peligro mi cuerpo, lo sabía,  así que intenté correr para poder evadir aquello pero no me había dado cuenta que mi cuerpo estaba encadenado a la tierra, entonces la lluvia, el tornado y los relámpagos cayeron sobre mi cuerpo uno tras otro, tras otro, tras otro, ya no me sentía vivo pero aun así seguía respirando sin saber cómo.
Pude ver que arriba de la montaña alguien mandaba aquellas catástrofes y ese alguien era yo, aquella persona arriba en la montaña era el yo engrandecido y esta persona atada a la tierra sufriendo innumerables cosas, era yo humillado, no sabía cómo seguir con esta situación ni que debía hacer… 

Me desmayé.

En mi desmayo pude contemplar la humillación que tuve a lo largo de mi vida, me humillaban por ser huérfano, me humille por tener una vida de placeres, había pasado por una serie de humillaciones que cuando tuve el poder de un Dios me perdí, entonces comprendí que de la manera en que me engrandecía podría ser humillado, entendí que debía tener un equilibrio entre lanzarme al vacío como un valiente o esperar una eternidad como el cobarde. No podía sentirme tan grande por estar arriba de una montaña o tan pequeño por estar debajo de la tierra, la vida era un total equilibrio, un punto neutro entre lo que soy y lo que podría ser, un punto en el cual debo de ser yo sin humillar a los demás y sin humillarme a mí, en eso radicaba el pecado de la soberbia, después de todo no es tan malo como lo pinta la religión pero tampoco es tan bueno como para hacer abuso de ello.

De pronto escuché.

-          - Hayds, Hadys, Hadys.

Era una voz muy dulce que con anterioridad había escuchado, de nuevo esa voz inundo mi pensamiento.

-          Hadys, Hadys, Hadys.

Alcancé abrir los ojos y el resplandor de la pequeña luz que había en el cuarto me cegó, entonces estaba de nuevo en el cuarto del silencio.

-          Hadys, Hadys, Hadys.

Trate de levantarme y miré hacia el origen de aquella voz, de esa voz que me ponía feliz con tan solo escuchar su suspiro, entonces me di cuenta que todas las puertas habían aparecido de manera parcial, se podía observar por su transparencia al otro lado, el mundo de cada puerta que había abierto y en la puerta del amor se encontraba Karina viendo el cielo y pronunciado mi nombre…

Me incorporé y entonces pronuncié su nombre…

-          - Karina.

Pero al parecer ella no me escuchaba y el cuarto del silencio esta vez no causo un caos fonético sobre la estructura. Era raro poder ver las puertas que ya había abierto, en cambio las otras seguían opacas como la madera y totalmente no me permitían ver más allá. Entonces comprendí un poco de aquel cuarto, arriba de mí se encontraba la montaña donde pude ser un soberbio y debajo de mí se encontraba la parte de la humillación, el cuarto del silencio era la mitad, el equilibrio entre ser y no ser, había siete puertas de pecados capitales y siete puertas de virtudes, entonces tan solo me faltaban cinco puertas más para terminar mi travesía pero aun así me costó nueve puertas para comprender todo aquello.


Miré a Karina el ángel que me motivaba y entonces reanudé mi travesía.  


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sábado, 20 de febrero de 2016

Inaudita verdad del saber.

Inaudita verdad del saber…


Inaudita verdad del saber...

Me he preguntado: ¿Qué es el dichoso amor?

¿Serán solo palabras, la agonía del perdido o un completo misterio?

El amor, son las letras con la cual conjugamos nuestros cuerpos, que brillante copulación realizamos nosotros al fomentar esa palabra.

Palabra que nace desde el valle y muere en el mar, palabra que es tan grande como el abuelo y tan pequeño como él bebé, palabra cálida como el sol, y fría como la nieve.

El amor…

El amor lo es todo para el ausente, dicha agonía para el que se encuentra perdido entre el  ayer y el hoy. -Que feo es no vivir el presente.-

Dicha desesperación para el que no encuentra culpables, dicha esperanza para el que se levanta y se sienta en una banca allá sobre el parque.

El amor…

 Que bella palabra y que hermosa ilusión...

Es tan misterioso como el mar y simple como Dios, es tan infinito como el universo y tan finito como tú y yo, es tan abstracto como el arte y tan sencillo como amarte.

El amor…

 Es solo amor...

 Lo es todo y lo es nada...

El amor que te tengo es inevitable porque yace en tu mirada y muere en la cama.

El amor mi vida, es lo único que tengo para darte y lo único que pide destrozarme.

Y sigo escribiendo el amor en todo una hoja, cuando se termine la hoja lo escribiré en un libro, cuando se termine el libro lo escribiré en mi vida y cuando se termine mi vida lo dirá el tiempo...

Porque el tiempo es eterno y el amor es más que el tiempo.


Poeta Irracional.


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martes, 9 de febrero de 2016

Carta.

Carta


No entiendo, no comprendo… ¿Qué tratas de hacer?

El corazón habla, se expresa,  al alma cura y herida sana.

¿Acaso soy más confuso que un libro?

Cual río que lleva dudas; preguntas sin respuestas alguna, cual tormenta que es eterna y no cesa,  cual lluvia ácida que cubre el alma y la envenena, cual tiempo que pasa y pasa y no acorta la distancia pero la hace más  larga.

Me he expresado más que un filósofo con su pensamiento vagabundo, pero yo me he expresado por amor que algún día a ti labrará…

Un ignorante me dijo: “La distancia es larga y el tiempo corto, el amor es poco y el olvido largo.”

 En cambio un sabio dijo: “El tiempo es suficiente  y que no hay distancia en el amor, pero el amor es largo sino se olvida.”

Ahora comprendes…

 ¿Acaso hay alguien que te amé como yo?

Con tanta sinceridad, anhelo y delirio.

 Con afán  de despertar  junto a tu cuerpo después de una noche de pasión en cual compartimos un alma, un corazón, un sentimiento…

En dos cuerpos diferentes pero siendo un mismo ser.

Pero no entiendo, las nubes pasan y pasan, el aire roza mi corteza de árbol cerezo, el agua pura…

No, no, no, el agua no es pura, lo puro eres tú, solamente tú…Te quiero, te amo, sé que mi sentimiento no es suficiente para llenar el vacío del corazón, que mis caricias no sientes con la ventisca de la mañana, que cuando vez la luna estoy junto a tú cama aunque no me sientas, no es mi cuerpo quien a tú lado esta, es mi alma, pensamiento, sentimiento.

Ahora comprende que mi amor es…

Verdadero.

Poeta irracional



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lunes, 8 de febrero de 2016

Capítulo 13: Hadys y la esencia de la vida.

Todos es bueno, todo es malo en exceso.



Busqué la puerta con el número 8 en la parte superior, caminé hacía esa dirección pero ya no tenía la urgencia para salir de aquel lugar, esta vez solo quería ir lento por cada puerta y aprender lo que tenían que aportarme, quería saber sobre la esencia de la vida para aceptar las cosas como son, como eran y como serán después de mi travesía.

Aquella puerta era totalmente distinta a las habituales, esta puerta era brillante como el oro, resplandecía tanto como el sol en pleno verano y yo me quedé asombrado por tanto destello, la toqué por todos los lados para sentir el tacto de aquel metal precioso y poco a poco me fui perdiendo en el destello de la puerta, algo de ella me atrapó en una especie de sueño profundo. Mi vista estaba completamente nublada por la riqueza que tenía frente a mí.

Tomé la manija con mucho cuidado, tenía miedo de dañar el oro y por ende lo tomaba con precaución, no había nada más en mi cabeza solo oro, oro y más oro. Cuando toqué la manija se empezó a formar pequñas letras con diamantes, estas letras decían lo siguiente.

-          - La puerta de la avaricia.

Seguido de:

-          - Recuerda que el poder es atrayente, pero no olvides la base.

Aquellas frases ni las leí bien por lo distraído que estaba, solo pude abrir la puerta y entonces un destello me cegó completamente, era un destello de oro, diamantes, plata y toda clase de piedras preciosas, me tallé los ojos para poder observar bien lo que tenía frente de mí.

Este mundo era muy diferentes a los anteriores, en este se podían observar muchas riquezas por doquier, había desde piedras preciosas, metales preciosos, monedas y todo tipo de riquezas alrededor mío. El mundo era plena oscuridad y lo único que alumbraba mi camino eran las riquezas que ahí habitaban, todo a mi alrededor era abismal y  me sostenían  bloques de oro que alumbran mi destino, me contagio de miedo y de admiración al mismo tiempo.

Seguí caminando hasta que el camino se dividía en tres senderos, los senderos conducían a una montaña exclusiva de riqueza, la primera montaña me mostraba las piedras preciosas, rubís, diamantes, perlas, zafiros, entre otras más. La segunda montaña tenía oro, plata, y cualquier metal precioso en forma de monedas, polvo, lingotes o cosas. La tercera montaña era la más abundante pues tenía una combinación de la primera montaña con la segunda, por ende y sin pensarlo partí hacia la tercera montaña que cegaba a mi propia alma. 

Llegando a aquella montaña me lancé sobre ella, empecé a nadar entre riquezas, me hundí poco a poco en la ambición y poco después pensé que todo aquello me pertenecía y que nada absolutamente nada me importaba más que tener todo aquel poder.

Pase mucho tiempo contemplando la riqueza, pero algo en aquellas monedas y piedras llamó mi atención, en todas las moneda había cara de gente con sangre, algunas mostraban la hambruna y otras más el sufrimiento, por un momento, más bien por un pequeño instante entre en razón pero el resplandor de tanta riqueza me hacían cegarme y aun viendo aquellas caras sobre mi riqueza no me importaba, quería tener todo aquello que absolutamente me pertenecía solo a mí, ya no quería salir de aquella puerta y quería vivir ahí por siempre.

De pronto empecé a escuchar gemidos de dolor, escuchaba voces gimiendo y diciendo.

-        -   ¡Qué termine la guerra!

-          - ¡Descanso!

-         -  ¡Dame de comer!

Todas las plegarias elevadas hacia un ser que no escuchaba, y simplemente todo aquello que llegaba a mi oído me asustaba pero no sabía de donde provenían. Me seguí perdiendo en el reflejo de las monedas, pero de nuevo se escuchaban los lamentos, entonces mi mente entró en confusión, no sabía sí ir por el poder o ir a la raíz de aquellos quejidos, después de un momento comprendí que los lamentos venían desde adentro de la montaña, estaban en la ganancia de aquel poder y al percatarme de aquello se hizo la luz en aquel cuarto, todo se ilumino, entonces aparecieron ante mí,  visiones para obtener el poder que ahí radicaba, tiranos en busca de poder, esclavos trabajando para el dueño, fraude en los gobiernos republicanos, explotación por feudales, podía ver como el poder era realmente encontrado en la maldad del alma y todo aquello me hizo recordar una conversación que hace algunos ayeres había tenido con Joaquín.

Era una tarde cualquiera y entonces yo me encontraba caminando con él por Coyoacan, hablábamos del poder, de la religión, del gobierno, tocábamos puntos en contra y a favor, entonces se me ocurrió mencionar lo que una vez el padre Orlando me había dicho.

-         -  Sabes, la avaricia suele cegarte más que el amor.

Él sonrió y me respondió.

-          - Lo sé, pero el amor te hace libre en tu mundo penitente.

Entonces esa era la oportunidad para conocer mejor a mi amigo y la aproveche, contesté.

-         -  No me cambies el tema, yo sé que tú buscas el poder, quieres tener el poder en las letras, en las palabras que dices, todo eso lo veo en la novela que acabas de publicar, así que tú estás lleno de avaricia.

Se río.

-         -  ¡Ay Hadys! De nuevo te equivocas, veo que te equivocas a cada rato, deberías morir y resucitar quizás así puedas componerte. Realmente no busco el poder sobre nada, ni nadie, yo escribo por gusto, yo le doy arte a la vida y la vida me da el arte que me orienta hacia las piernas de una mujer.

Ataqué de nuevo.

-          - ¿Entonces qué haces con el dinero? Te lo gastas en cosas innecesarias. 

Me miró fijamente a los ojos y dijo.

-         - Nada, absolutamente nada es innecesario en este mundo. El dinero para mí es solo dinero, puede que venga o que vaya, pero para mucha gente mueve al mundo, en cambio para mí, el dinero no mueve al mundo, lo que realmente mueve al mundo es el arte y es por ello que no quiero tener poder, el poder corrompe a las personas y yo tengo miedo a ser corrompido, tengo miedo a conocer a la persona que no he conocido.

De nuevo pensé y esta vez me desvié del tema principal.

-          - Yo no creo que el poder corrompa a la gente, más bien la gente desde que nace ya está corrompida.

Se asombró de mi respuesta y mencionó.

-          - Entonces, ¿cómo explicas el hecho de que haya gente que huye de él?

A lo que sinceramente contesté.

-        -   No huyen, solo viven en su propia mentira.

Se asombró aún más pero me quede más asombrado yo por la evolución que había tenido gracias a él.  Respondió.

-          - Tú no tienes poder, de hecho me atrevo a decir que no tienes vida, y tampoco puedes corromperte porque no has probado y ni tienes sed de obtener las cosas que deseas.

Sonreí y dije.

 Te equivocas Joaquín, tengo el poder de rechazar las obras de arte.

Se río.

-         -  ¡He ganado! Te has corrompido completamente.

De cierta manera me había ganado el argumento aunque también no podía descartar completamente mi idea, de nuevo volví a mi realidad y entonces me encontraba hundido en esa montaña de riquezas.
Salí corriendo de aquella montaña y cuando escapé entonces caí de rodillas, cerré los ojos puesto que no quería ver el destello de la riqueza, ni quería escuchar más lo lamentos de sufrimiento, no soportaba entender como el poder se obtiene y por ende me cegué ante lo que se me presentaba.

Después de un determinado tiempo, dejé de escuchar todos aquellos lamentos, me destapé los oídos, abrí los ojos y esta vez me encontraba en un cuarto completamente iluminado y sobre el piso había solo carbón, no había más riqueza a mi alrededor, entendía que todo lo que tenemos siempre vuelve a la tierra, sea lo que sea, el diamante es carbón, el oro estaba en la tierra, inclusive nosotros después de muertos nos sepultan, somos raíces en tierra y somos futuro en polvo.

Aquel recuerdo que tuve fue antes de ver a Joaquín enamorado, me empecé a reír por que el poder no nos pertenecía, el poder era completamente de la tierra, me agaché y tomé un poco de aquel polvo que quedaba, tiré el polvo hacia arriba y entonces se formaban unas partículas alrededor de mí que le dieron figura de nuevo a mi amigo Joaquín, de nuevo me perdí en aquel recuerdo. Él estaba deprimido aquel día, y dijo.

-        -   Me siento vacío.

Le interrogué.

-         -  ¿Cómo?

Me miró seriamente.

-          - Sí, vacío, me falta algo, ya que no me siento lleno.

Me quedé pensando y entonces comenté.

-          - ¿Qué te puede hacer falta? Sabes, tienes absolutamente todo, vida, salud, amores prófugos, mujeres por doquier que te pueden dar sexo por la mañana, por la tarde y por la noche, tienes fama, tienes dinero, tienes amigos y amigas, tienes el arte, a mi punto de vista tienes la vida solucionada.

Me miró de nuevo y vi decepción en sus ojos.

-         -  Hadys, es cierto tengo todo aquello y aun así estoy vacío, me he cansado pues yo no escribo para ser famoso, yo solamente escribo para expirar mis pecados. Sabes, tengo dinero, tengo sexo, solo tengo a un amigo que ni me conoce, solo tengo una amiga, tengo fama… Pero sabes, nada de eso me llena como quisiera…

Suspiró y me miró de nuevo. Yo solo pude decir…

-        -   ¡Lo siento!, entonces… ¿Qué es lo que te hace falta?

Él me miró y sonrió.

-         -  No debes sentirlo, me hace falta amor.

Me quedé callado, por un momento quise reírme de él, pero aquellas palabras me las dijo con completa sinceridad y ya había hecho penitencia de sus pecados, después de ese día él encontró a Laura.

Regresé de nuevo a la realidad con mayor comprensión a lo que me había dicho Joaquín, era cierto, estaba entre tantas riquezas y podría tener todo lo que yo quisiera, pero la esencia de la vida, la base del ser humano no se podría comprar con algo como el dinero, el amor es el mejor bien que uno puede tener como persona. Aquel resplandor de riquezas me había hecho olvidar de Karina, me había hecho ser como la mayoría de la gente, esa gente que piensa que son los más felices del mundo por la riqueza que tienen, pero pasa el tiempo se dan cuenta que lo que tienen al igual que yo, es solo una montaña llena de basura.

Un fuerte viento paso alrededor de mí y toda aquella montaña llena de polvo se esparció, me rodee de pequeñas partículas brillantes y con el paso del tiempo todo desapareció, solo quedé yo en ese cuarto abismal pero no estaba solo, es cierto, se había ido la riqueza pero aún me quedaba el amor por Karina, los sueños por conquistar, las virtudes que me caracterizan pero sobre todo aún me quedaba vida. Y sin darme cuenta , yacía en el cuarto del silencio. 

Todas las puertas que había pasado habían desaparecido aumentando así la separación de cada puerta, pero la avaricia fue la que me dejo el significado de un sentimiento que nadie podrá quitarme. 

Suspiré y comencé a pensar en la vida,  después dejé de pensar y solo quería vivir. 

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